En el prólogo de la traducción de DBM, su autor, un ególatra comparable a mí, usa una frase que describe perfectamente lo que ha pasado hoy. Ahora puedo entender lo que quería decir. Refiriéndose a un contrincante al que obligó en una ocasión a jugar incorrectamente a causa de un error propio, dijo que “Había empujado a otro al abismo de mi error”. Acertada frase, cuando eso sucede.
Hoy me ha pasado a mí.
Este es Marc. Nuestro Michelangelo de las miniaturas en Alpha. Me ha pintado muchas miniaturas, a las que un día de estos dedicaré una entrada de blog. A diferencia de las partidas de iniciación para los novicios, ahora se trataba de un encuentro entre iguales.
Esta es la ficha técnica de la partida.
Puntos: 400
Su ejército: North African Muslim. Libro 3. (defensor)
Yo: Prussian. Libro 4. (atacante)
Hora de inicio de la batalla: 06:00
Condiciones climatológicas: Irrelevantes. Un día perfecto para matarse.
Una vez completado el terreno y el despliegue. La batalla se centra en dos espacios entre bosques. No he podido colocar más por culpa de ser el atacante, pero aun así no me quejo. Esta es la vista desde mi flanco derecho.
Y esta desde mi izquierdo. Una de las desventajas del prusiano es que no tiene LH, de manera que sólo puedes cubrir las franjas de despliegue de flancos con Psiloi. Pero, si no hay nada de terreno para ellos, mejor no sacrificarlos de buenas a primeras. Así que siempre suelo tener un enorme espacio vacío en uno de mis flancos. Hoy, además, me he comprado una estratagema de guías que encajo en el medio del bosque central. En principio está pensada para la larga columna de Cv y darle una sorpresa al enemigo, pero una vez visto su despliegue, ya veo que será inútil.
El centro es mi punto fuerte. Aquí concentro 50 elementos de Warband, 20 de Arqueros y 16 Psiloi en dos mandos aliados. La estrategia es sencilla: lanzar esta masa ingente hacia delante, haya lo que haya.
No pinta mal. El tiene delante Arqueros (O) y Auxiliares (I). Ha puesto sus Cv en reserva en segunda fila, algunas de ellas (S). No hay duda posible. ¡A por ellos!
Comienza la batalla con un avance angulado en mi flanco izquierdo. Él tiene una importante superioridad numérica con LH. Además, los Pips no acompañan, de modo que calma y tranquilidad. Su misión es ganar tiempo para que el centro gane. No sé aun por qué, pero la foto me ha quedado borrosa. Mientras, los Psiloi, encabezados por el guía, se adentran en el bosque. ¡Les hemos dado una buena sorpresa!
Hasta que, a medio camino, cuando has de tirar el puto dado para saber si el guía te la ha pegado o no…pues sale el puto uno y te quedas a medio camino con cara de póker y acordándote de su familia. :(
En fin, lo importante estaba en el centro. Gracias a unos Pips decentes puedo avanzar rápidamente hacia el enemigo y empiezan los intercambios de tiro. Siendo los míos (I), tengo las de perder y mi frente se desorganiza, pero no pasa nada, lo importante es mantener la masa próxima al enemigo. Quizás mi lado izquierdo está ligeramente descubierto y a merced de más arqueros, pero puedo enviar mis Psiloi de apoyo para contrarestarlo.
Mientras, en mi flanco derecho, puedo neutralizar su Psiloi con los míos, y yo tengo superioridad numérica, pero ellos son (S). Pinta bien.
Tras varios turnos de aproximación e intercambio de tiro con alguna baja, finalmente suelto impetuosos a los warband en masa. Este es el momento más esperado de mi ejército. De pequeño sólo me dejaban jugar de portero porque era el peor jugando fútbol. De adolescente era un pagafantas (aunque la palabra es actual, el concepto es extemporáneo), y de adulto sigo siendo un pagafantas. Pero aquí, en Alpha, con mis prusianos, puedo segregar toda la testosterona que quiera y demostrar que soy más macho que nadie.
Inciso. Lamento el comentario anterior de post-adolescente traumatizado, pero quisiera recordar que juego en un doble subterráneo donde nunca da la luz del sol con otros 99 freaks (en el club ya somos 100 socios) que hacen lo mismo…y pagando. Quizás algún día me centre en las “particularidades” psicológicas y/o sociológicas que lleva a un grupo de hombres (sólo tenemos una mujer socia) a hacer esto...que los hay mucho peores que yo.
Total, que había llegado el momento de la verdad. Aquí una vista lateral que incluye el ataque también de mis Psiloi. Una imagen aterradora para el enemigo, sin duda.
Mientras, en el flanco izquierdo voy tomando posiciones. Pronto habrá también combates, pero no hay que precipitarse.
Una vez realizados los combates en el centro, obtuve una de esas gratificaciones que la vida te da sólo en muy pocas cosas…
Estos instantes compensan las humillaciones en el cole cada vez que nadie mes escogía para su equipo, las carcajadas de Sílvia y sus amigas en el insti cada vez que les preguntaba si me dejaban acompañarlas a casa. Las mismas carcajadas en la facultad cuando preguntaba cómo habían escrito “me he tirado a Laura aquí” en la pared con letras de dos palmos en el lavabo de las chicas.
Aquí, ahora, finalmente, soy un hombre completo.
En cambio, en el bosque derecho, he perdido todos los combates. Cuatro Psiloi perdidos, pero con tanta testosterona y adrenalina en la sangre, no me importa. Es el precio a pagar por la victoria.
Vista la situación, Marc envía a la mayor parte de sus reservas contra mí, incluyendo dos generales. Se trata de Cv (S) principalmente. Puede hacerme daño.
Mientras, en mi lado izquierdo, también se carga contra mí. Es evidente que después de un golpe como el recibido, necesita desesperadamente una victoria en algún punto de la batalla para compensar.
No le sale mal la cosa. Pierdo casi todos los combates, pero hay muchos espacios aprovechables en su línea, si es que puede seguir llamándose línea.
Los combates de mi Caballería tampoco han ido mal. He ganado en general y he obtenido un boquete justo delante de su general, aislado.
Ahora vuelvo a mover. Mi respuesta es previsible…¡más masculinidad desbocada! Ahora incluso flanqueo sus generales.
La euforia se amplía a mi Caballería. Cargo allí donde puedo y voy a por su general.
…y entonces llegó la catástrofe. Marco, otro jugador que estaba en la mesa de al lado, vino a contemplar los combates en el centro. En uno de ellos, un Warband contra uno de sus Auxiliares (I), gané sin doblarlo y le dije a Marc que estaba destruido. Marco me corrigió y dijo que un Warband debe doblar a un Auxiliar para matarlo, no bastaba con ganarlo. Esta imagen describe mi alma en ese instante.
De los 14 elementos destruidos en el turno de impacto inicial, 6 eran Auxiliares. Ni Marc ni yo recordábamos si habíamos resuelto las derrotas por doble o por simple. Sospecho que todas fueron por simple, como la última que Marco, acertadamente, había visto.
Por motivos evidentes, Marc impugnó la partida. No la terminamos, sería una farsa. En un segundo me vinieron a la memoria las inacabables tardes en el banquillo, esperando que el portero titular se cansase de jugar, las ocasiones en que me ocultaba tras las esquinas para que Sílvia no notase que la seguía a escondidas y los intentos de escribir mi nombre en la pared del lavabo pero con letras de sólo un palmo.
Había empujado a Marc al abismo de mi error.
Es cierto que Marc, siendo un igual, podría haber detectado el error desde el primer momento, pero eso no importa. Desde el momento en que quiero convertirme en el referente de DBMM al sur de los Pirineos, esta clase de errores es imperdonable. Si eres el que conoce mejor las reglas, todos los demás dependen de ti para jugar correctamente, y eso es algo fundamental para aquellos con una necesidad imperiosa de satisfacer un ego hipertrofiado.
Marc, en un acto de magnanimidad, me ha concedido la posibilidad de repetir la partida la próxima semana. Gracias, Marc.
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