martes, 30 de septiembre de 2008

Primer Sínodo Hispánico de DBMM (1ª parte)

Puedo decir con orgullo que se ha celebrado con éxito el primer encuentro hispano de obispos de DBMM. Tuvo lugar el pasado día 20 de septiembre en la sede de la archidiócesis de Barcelona (o sea, la mía, en Alpha Ares). Como metropolitano de la misma, convoqué a los pastores de las diócesis existentes en Barcelona ciudad, Gavà, Molins de Rei, Palma de Mallorca, Madrid i Girona. El objetivo era sentar las bases de nuestra comunidad de fieles a este lado de los Pirineos y aunar esfuerzos en pos de la predicación de la palabra.

A causa de los impedimentos impuestos por los paganos y los infieles (en forma de novias, esposas o familias), no todos nuestros hermanos convocados pudieron asistir. Pese a todo, pudimos congregarnos y regocijarnos en nuestra fe.

En primer lugar, me gustaría brindar un reconocimiento especial a nuestros hermanos de Palma de Mallorca Miquel, Joan y Toni, cuya presencia desde tan distante comunidad nos llenó de satisfacción. Desde aquí, os enviamos un saludo de agradecimiento.
La jornada estuvo dividida en dos sesiones de discusiones teológicas aderezadas por una comida litúrgica. He aquí las actas de lo acontecido.

Se inicia la sesión a las 10:00 del sábado con la presentación de todos los asistentes. Después de una rápida distribución en pares, dio comienzo el evento. Las distribuciones iniciales fueron:

Marc (izquierda, con un turcómano anatolio) con Toni (derecha, con un polaco tardío).

Carlos (izquierda, alejandrino imperial) con Xavi (derecha, escocés prefeudal).

Miquel (izquierda, alejandrino imperial) con Ignasi (derecha, huno).

Y finalmente, Joan (izquierda, turco otomano) con Marco (derecha, germano antiguo).

A partir de ese instante, se inició el camino que debe marcar el futuro de nuestra comunidad. Las discusiones y argumentaciones esgrimidas por tantos y tan preclaros santos padres arrojarán una nueva y dichosa luz sobre la obscuridad de los tiempos terribles en que vivimos.

(Continuará…)

sábado, 27 de septiembre de 2008

Mi amigo Martin

Es muy importante tener amigos. Y mucho más si son los amigos adecuados en el lugar adecuado. Yo puedo jactarme de decir que tengo como amigo a Martin Stephenson, mientras que vosotros no, por supuesto.

Martin es un crack del miniaturismo histórico en general, y de DBMM en particular. Helo aquí.

Además de ser uno de los administradores del foro internacional de DBMM, este hombre admirable se ha propuesto crear una guía para las pobres almas que pretenden aprender a jugar sin tener la base previa de DBM.

Pues bien, en esta martirial labor apostólica Martin ha contado excepcionalmente con una ayuda de lujo, la mía. Ambos hemos diseñado una tabla resumen de consumo de PIPs para DBMM. El resultado lo podéis ver en su blog personal, que os recomiendo visitar desde hoy mismo, ya que incluye su especial agradecimiento hacia mi persona.

Os la reproduzco aquí para que comencéis a estudiarla.

Ahora ya no tenéis excusa para no saber cuántos PIPs cuesta un movimiento.


miércoles, 24 de septiembre de 2008

Un nuevo ascenso

En mi imparable carrera hacia el Olimpo de los gurúes DBMM he añadido un nuevo reconocimiento. ¡He sido ascendido a Caballero Superior! He aquí la prueba.


Este galardón me sitúa como el DBMMero ibérico con más alto rango en el foro internacional, confirmando, una vez más, que cuando yo digo algo sois vosotros los que tenéis que justificarlo y demostrarlo. He aquí la responsabilidad de un líder.

Sólo por curiosidad me gustaría saber cuál es el siguiente ascenso. ¿Elefante superior?

domingo, 21 de septiembre de 2008

Nueva jornada de predicación en Gavà

Hoy tocaba una nueva visita a los discípulos del club Tessen, en Gavà. En esta ocasión, además del temible Carlos, del cual ya relaté en su momento su entrada por la puerta grande al grupo de jugadores de DBMM, nos acompañaba Rubén.

Helos ambos aquí.


Carlos ya tiene su macedónico imperial casi terminado, mientras que Rubén aun está construyendo su celta britano, con la reina Boudica incluida.

Para darle un halo de misterio a la partida, no incluiré ninguna crónica. Tan sólo diré que fue muy disputada y que, dentro de poco, no será fácil vencerles. Incluiré un par de instantáneas para dejar constancia de lo que pasó.

Aquí el despliegue. Lo lamento, pero no habrá detalles en esta ocasión.

Un momento de gloria propio…

…y otro de oprobio, para compensar.

Reitero que no puedo entrar en detalles, lo siento.

domingo, 14 de septiembre de 2008

El pasado que siempre vuelve

De adultos debemos aprender que el pasado no puede condicionar nuestro presente, que somos dueños de nuestros destinos, que podemos escoger nuestro futuro y que nada está decidido.

No es cierto.

El pasado existe y moldea, por usar un eufemismo edulcorado, nuestro presente. Me resisto a aceptar la idea de estar predeterminado por lo que nos ha tocado vivir, pero, después de la batalla de hoy, ya no estoy tan seguro de que no sea así.

En la crónica de la vuelta de vacaciones, contra Ricardo, apareció brevemente un elemento que alteró mi concentración en la batalla. Se trataba de la hipermasculinidad de Xavi. Ambos fuimos compañeros de carrera hace ya más de una década, así como contrincantes en DBM. Se hizo un escocés prefeudal a raíz de un viaje a Escocia que le marcó para siempre. Ello, unido a la película Braveheart, aunque esta última no ambientada en el mismo período de la historia escocesa, le hizo decidirse por este ejército en concreto.

Es difícil resumir en pocas palabras lo que suponía para mí Xavi entonces…y lo que supone ahora. Su estatura (1,80 m) era, y es, insultantemente superior a la mía. Su abundante y vaporosa melena azabache destacaba, y destaca, con mi devastación capilar. El afilado perfil de su maxilar era, y es, un atormentante recuerdo diario de la necesidad de una bichectomía (por favor, ruego a los graciosos que se abstengan de hacer símiles fonéticos, y por lo tanto, semánticos, con vasectomía. No es lo mismo). Si a todo ello unimos lo irresistible que le quedaba, y le queda, una barba dejada de tres días, será fácil entender por qué él está actualmente casado y con dos hijos y yo, en cambio, soy el usuario con más mensajes publicados en el foro de DBMM.

En fin, es este:

Tras la publicación de mi blog, hemos vuelto a entrar en contacto después de mucho tiempo sin vernos. Le animé a que desempolvara sus escoceses para probarlos con DBMM y aceptó entusiasmado. Yo llevé mi teutónico. En parte era para recordar viejos tiempos. Con DBM yo solía jugar con el teutónico contra él, y no con los otros dos ejércitos. Pensé que sería una forma de conciliarme con el pasado.

Estaba equivocado.

Esta es la ficha técnica de la partida.

Puntos: 400
Su ejército: Pre-Feudal Scots. Libro 3. (defensor)
Yo: Teutonic Orders. Libro 4. (atacante)
Hora de inicio de la batalla: 9:00 (ya es de día)
Condiciones climatológicas: Nada destacable. Nuevamente, un fantástico día para matarse.

He aquí el despliegue inicial.

Su ejército tiene muchas similitudes con el prusiano. Dispone de una masa ingente de infantería barata, Picas (F), una buena cantidad de ligeros (incluyendo montados, que yo no tengo) y bastante Caballería. Destaca entre todo ello un selecto grupo de 8 elementos de Wb(S). Su ejército es mejor porque no tiene aliados obligatorios, mientras que el mío sí.

Mi teutónico estaba constituido por un único mando masivo de Caballeros superiores y ordinarios y dos alas básicamente de Caballería Ligera multifunción. Un ejército 100% montado, sin infantería. Ninguno jugaba con Bagaje. Aquí eran mis Caballeros los que sublimaban mi masculinidad.

Había mucho terreno desfavorable para mí. De modo que decidí desde el principio que no lucharía frontalmente, sino que rodearía todo el campo de batalla para concentrar mis tres mandos en el flanco izquierdo. Ello dejaría inutilizada a su infantería masiva, dada mi mayor maniobrabilidad. Eso fue mi primer error.

Mi mando izquierdo y mis Caballeros pudieron desplazarse con facilidad gracias a unas tiradas de Pips favorables. A ello, él respondió dirigiendo su mando derecho sobre el mismo lado. Yo gozaría de superioridad numérica. El problema sería que necesitaría mucho tiempo para que los Caballeros rodeasen el bosque por completo antes de poder entrar en acción. El primer problema serio vino con mi flanco derecho.

Como tenía asignado el dado más bajo, siempre se movería poco. Confiaba en que la distancia hasta el enemigo sería suficiente para poder escapar a tiempo. Él respondió con avances frontales de su infantería (excepto los Wb(S)) y manteniéndose, muy hábilmente, a la espera con su segundo mando de Caballería y ligeros montados.

Su siguiente avance ya fue mucho más decidido. Había visto la debilidad de mi planteamiento, de modo que se arrojó con su infantería y el mando central de Caballería hacia mi mando derecho, precisamente el de menor movilidad. Brillante. Mientras yo necesitaría mucho tiempo para concentrarme en mi izquierda, el aniquilaría tranquilamente mi mando derecho. Habría perdido un mando antes de entrar en combate de verdad.

Mientras, su mando derecho avanzaba firme hacia mí. Él estaba dispuesto a sacrificarlo para entretenerme en ese lado mientras hacía el trabajo en el otro.

Una de las cosas que siempre enseño a mis alumnos es a no cambiar de planes en mitad de la batalla. Ello indica un error en la planificación inicial o bien una mala valoración del despliegue enemigo. Pues eso era exactamente lo que me había sucedido. Los Caballeros debían volver para evitar la avalancha en mi derecha. Mi flanco izquierdo debería luchar solo.

La cuestión era que había perdido la iniciativa. Yo reaccionaba a sus movimientos, y no al revés. Mi mando derecho desplegó una parte de la columna de Caballería ligera a la espera de poder concentrarse sobre su Caballería y con la inminente amenaza de su infantería al flanco.

La otra parte de la columna se dirigía en dirección contraria para que, al menos, tuviese una amenaza (relativa) en el flanco de su infantería. El objetivos es siempre intentar romper estas grandes masas de infantería para que, en un mal dado de órdenes, no pueda moverlas todas. No podía hacer más.

Él respondió con tranquilidad. Avanzó firmemente hacia sus objetivos, dejando una mínima reserva de elementos inmóvil por si acaso. Yo alejé aun más mi columna por temor a que me contactase por la retaguardia o un flanco y rompiese mi línea. Teniendo el dado de órdenes más bajo, es fundamental no fragmentarse si no es estrictamente necesario. El problema es que me alejaba mucho como para resultar una amenaza viable a su flanco. Estaba jugando cada vez peor.

En el centro, demostró su maestría después de 10 años sin jugar. Retiró su columna de Caballería, avanzó sus ligeros en el bosque y retuvo una vez más a sus Wb(S). Brillante. Mi única opción era entrar en la boca del lobo que estaba creando. Pues nada, ¡Caballeros hacia delante! Creo una columna para no aproximarme al bosque con sus ligeros y avanzo en bloque con el resto. Está jugando conmigo y no puedo hacer más que hacer de comparsa.

El único punto en el que tenía ventaja era mi ala izquierda. Él avanzó su reducida Caballería hacia mí. Yo maniobré la Caballería Ligera para envolverle por un lado (aunque eso incluyera entrar en los matorrales) y avancé con mi general y su escolta por el otro. Es extraño que se tire de cabeza como lo está haciendo cuando tengo tanta superioridad numérica. Supongo que debe sacrificar este mando para que el mío no intervenga en el centro, que es donde se va a dirimir la batalla.

Efectivamente, se arroja hacia mí sin titubear. Pero no lo hace de forma suicida. De su mando de Caballería central envía refuerzos en forma de Caballería ligera, que avanza a toda velocidad hacia mí.

Aquí se muestra mejor la jugada. Su Caballería central se aleja aun más y dirige sus ligeros hacia mi ala izquierda.

Su masa de infantería continúa avanzando. El bloque principal hacia mi Caballería ligera, mientras que una columna secundaria se dirige a marchas forzadas a por el flanco de mis Caballeros. Hábilmente, sus Wb(S) esperan el momento adecuado para atacar. Esperan que me acerque aún más.

Lo cual me obliga a adentrarme aun más en la trampa. Para que mis Caballeros no se vean atrapados en ataques al flanco por parte de sus malditas Pk(F) me veo obligado a crear dos columnas más. Me voy fragmentando más y más. Si al menos pudiera alcanzarle y entrar en combate, ya no podría concentrar más refuerzos en mi ala con facilidad. Mientras, mi ala derecha permanece inmóvil ante el avance de su masa de infantería. He decidido sacrificar a los hombres del extremo de la línea para que su bloque avance en línea recta y así luego le resulte más difícil maniobrarlo con facilidad más adelante.

En mi ala izquierda han empezado los movimientos de posicionamiento antes del combate. Disperso mis tropas ligeras para obligarlo a fragmentarse si quiere contactarme. A le vez, avanzo con el general y su escolta, constituida por un elemento de Caballeros y otro de Caballería. Tendré que aguantar su primera embestida para, luego aprovechar yo sus puntos débiles. Lástima de esos malditos refuerzos. Me obligarán a dividir mis objetivos.

Efectivamente, carga con decisión contra dos elementos míos y retira un tercero mientras los refuerzos avanzan de nuevo.

Finalmente, llegó el momento del centro. Su bloque de infantería avanza hasta contactar mi Caballería ligera. Al menos algo sale según lo previsto. Aun así, envía una columna adicional contra el flanco de mis Caballeros. Su Caballería central comienza la maniobra para plantar cara mientras deja sueltos a los Wb (S). Ello provoca que atraviesen violentamente a su propia columna de Pk, que se ven obligadas a retroceder. Seguramente, el único error de cálculo que ha cometido en la batalla. Mi columna de Caballeros más a la derecha ya no tiene otra opción que enfrentarse a dar cara, mientras las otras dos tendrán que seguir avanzando. Siempre recuerdo hasta la saciedad a mis alumnos que deben evitar a toda costa que dos mandos enemigos se concentren contra uno propio. Es precisamente lo que me está pasando.

Pues que así sea. Giro la columna derecha de Caballeros a la espera de su embestida y avanzo las otras dos a toda velocidad. Mi mando de Caballería ligera ha perdido el elemento en combate, pero puede alejarse ahora a una distancia segura. Su bloque de infantería no tiene ahora a nadie delante a quien contactar con facilidad, e inclinarlo le resultará muy difícil. Creo que he conseguido neutralizar el grueso de sus malditas Pk(F). La lucha se concentrará ahora con los “profesionales”: sus montados, los míos y sus Wb(S).

En mi izquierda, los combates crecen en intensidad. He sobrevivido a sus dos cargas y ahora es mi turno. Mediante elementos individuales consigo atacar por retaguardia su general y flanquear a otro elemento. Con un poco de suerte puedo hacerle mucho daño. Estoy muy fragmentado, pero ya no domino los acontecimientos, los acontecimientos me dominan a mí.

Tengo suerte. Pierdo dos elementos, ¡pero él pierde su general! Su mando está desmotivado. Lástima de esos malditos refuerzos suyos, sino aun podría plantearme la posibilidad de enviar refuerzos yo al centro. Pero estoy demasiado disperso y debo terminar antes el trabajo aquí.

El siguiente turno suyo podría ser catalogado como “de pizarra”. Su Caballería central se abrió en dos y dejó un cebo en medio. Mis columnas de Caballeros tendrían que escoger objetivo. Una parte de sus Wb(S) avanzó impetuosa hacia delante (los dio por perdidos a efectos de batalla), pero dos elementos pudieron cazarme un Caballero frontalmente y de flanco (está marcado con un círculo en la foto). El resto de Pk(F) avanzaron como de costumbre. Una de sus columnas llegó a contactarme otro Caballero. Mi situación era mala de cojones.

En mi ala izquierda, su turno fue la réplica de ataques a retaguardias y flancos del anterior. Una vez tienes tantas tropas involucradas en combates individuales y tan disgregadas, es fácil que la melé se convierta en una sucesión de flanqueos y ataques a retaguardia. Se trata de sobrevivir a los del enemigo para luego intentarlos tú. Incluso estando desmotivado, su aguante era notable.

Cuando me tocó mover, me limité a interpretar el papel que me había sido dado. Conseguí cargar con un elemento de Caballeros, avancé con una de las columnas hacia delante y dedique la segunda a contener el ataque de su infantería a mi flanco. Nefasto. La columna que había avanzado estaba expuesta por ambos flancos y la que estaba conteniendo a la infantería estaba muy disgregada. Esta era probablemente la visión más evidente de que no tenía la iniciativa. Me limitaba a responder a la suya. Sólo me quedaba confiar en tener buena suerte en los combates, y todo el mundo sabe lo que decía Sun Tsu Fu sobre los hombres que iban a la guerra esperando ganar.

Por lo menos la Caballería ligera del mando derecho se alejó definitivamente de la infantería y avanzó hacia el bosque. El plan era ir a apoyar los combates de los Caballeros.

No fui consciente de la magnitud del error hasta que él movió al siguiente turno. Me envolvió la columna de Caballeros por el frente y ambos flancos. Nada menos que tres de mis elementos estaban orientados en tres direcciones opuestas y ninguno de ellos podía retroceder. Consciente que la partida se jugaba en ese punto, acabo de soltar a sus impetuosos, que aplastaron a su masa de infantería, ahora también inutilizada sin poder maniobrar. Mi mando de la derecha se pudo replegar a distancia segura. Los había podido salvar. Uno de los nimios logros de esta partida. Mientras, otra columna de Pk(F) se abalanzaba contra mi C-in-C, peligrosamente expuesto.

En mi izquierda, los combates elemento a elemento se suceden. Se van acumulando bajas en ambos lados. Su mando está a punto de romper, pero no acabo de conseguirlo.

La clave está en el caos de elementos del centro. Todos mis combates son para salvar el pellejo. No hay ninguno que tenga un objetivo táctico a posteriori. Sólo puedo limitarme a que él pierda combates y eso me permita reaccionar. Intenta traer desesperadamente refuerzos de mi mando de Caballería ligera, pero teniendo el dado más bajo es agónicamente lento. Sin intervención directa divina, estoy perdido. Ahora que el grueso de su infantería está neutralizada, espero que mi mayor maniobrabilidad me dé un respiro.

He aquí i detalle ampliado del caos de combates individuales que padecía. Por fortuna, dos de sus elementos estaban flanqueados por mis Caballeros, uno de ellos su general. El problema era que los combates frontales se desarrollaban contra mis elementos atrapados. Necesitaba suerte, mucha suerte.

¡Un respiro en mi mando izquierdo! ¡Su mando al fin rompe! Me temo que es demasiado tarde. No podré llegar a tiempo al centro a apoyar.

No tuve suerte en el centro. Él pierde un elemento, pero yo pierdo dos, y consigue luego flanquearme otros dos, uno de ellos mi C-in-C. Su general se ha salvado. Si antes necesitaba suerte, ahora necesitaba un milagro.

Y los milagros no siempre suceden. Pierdo el C-in-C y el otro Caballero flanqueado. Mando roto. Eso, junto con las bajas acumuladas de los otros dos mandos ya es la mitad de mi ejército.

He vuelto a perder. Como hace 10 años. Ya entonces, en la universidad, ellas siempre preferían ir a estudiar con él. En los garitos gay de la costa brava le regalaban entrada con consumición (esto no es que me provocase envidia especialmente, pero ya era significativo de la aureola de victoria permanente que le rodeaba, y le rodea).

En el fondo, juego con un prusiano para emular aquellas temibles Wb(S) que, hace una década, como ahora, destruían cuanto les pusiese delante. La diferencia de proporciones es una metáfora muy acertada que resume nuestras vidas: él gana con 8 Wb(S) lo que yo, no siempre, gano con 50 Wb(F).

La verdad es que no creo en la numerología, pero admito que estas asociaciones de cifras a veces dan que pensar.

martes, 9 de septiembre de 2008

No estamos solos (2)

Hoy os quiero presentar a nuestra amadísima comunidad de hermanos de DBMM de Madrid. Se trata de una grey de 8 jugadores encabezada por su pastor, el hermano Ángel.

Su humildad y modestia sin límites les ha llevado a no dejarse arrastrar por la vanidad y el oropel propios de un club o grupo de juego. Ellos practican la fe verdadera sin la pesada losa del lujo con el que nosotros nos hemos corrompido.

Ellos no juegan con miniaturas, sino con modelos de papel. Es así como se puede experimentar la más última esencia de DBMM, la del movimiento de tropas en sí, sin necesidad del fasto y la extravagancia de las miniaturas profusamente engalanadas que a nosotros nos asfixia. Por no tener, ¡no tienen ni nombre ni página web!

Son admirables. Os dejo aquí unos videos para que los conozcáis.

¡Tenemos tanto que aprender de ellos!

sábado, 6 de septiembre de 2008

No estamos solos

Hoy me siento muy orgulloso de presentar a un grupo de apóstoles insulares de DBMM con los que mantengo comunicación desde hace tiempo. Se trata de la Associació cultural de modelisme històric i de ficció Illes Balears Desperta Ferro, ubicada en Palma de Mallorca.

Han tenido la amabilidad de enviarme unas fotos para mostrarnos cuán lejos llega la verdadera fe. He aquí una foto de grupo.

El miembro de la izquierda, con gafas, es Miquel, con quien tengo más trato. Aquí, en detalle.

Por su aspecto, un líder nato, no hay duda. ¿Mi alter ego balear, quizás? Aquí, algunos momentos de éxtasis místico durante la liturgia.

Se trataba de una demostración en la localidad de Valldemossa, en Palma. Desde aquí mi más efusiva felicitación por la tarea de evangelización llevada a cabo por nuestros amadísimos hermanos de Desperta Ferro.

¡Ánimos y adelante, hermanos!

martes, 2 de septiembre de 2008

Vuelta a la rutina…con algo distinto

Se acabaron las vacaciones. No he hecho nada destacable. Es decir, que he jugado hasta la saciedad y no he hecho nada más que sea especialmente remarcable. No he preparado crónicas de todas las partidas, tan sólo de aquellas con algún mínimo interés.

Es el caso de esta.

Ya en mi último encuentro con Némesis noté que algo era distinto en mis batallas. Es esa típica sensación irracional que no tiene una base lógica pero que, a base de ir pensando en ella una y otra vez, gana fuerza y acaba autocumpliéndose.

En esta ocasión se trataba de la revancha del Sr. Ricardo, al cual vencí en mi último encuentro. Volvía a enfrentarme a sus temibles macedonios con falange experimental, los especialmente odiosos Bw(X).

He aquí a Ricardo, nuevamente concentrado en su despliegue.


Esta es la ficha técnica de la partida.

Puntos: 400
Su ejército: Alexandrian Imperial. Libro 2. (atacante)
Yo: Prussian. Libro 4. (defensor)
Hora de inicio de la batalla: 6:00 (ya es de día)
Condiciones climatológicas: Nada destacable. Nuevamente, un fantástico día para matarse.

He aquí el despliegue inicial.


Mi ya arquetípico despliegue con la masa de infantería en el centro-derecha y la caballería a la izquierda. Otra vez la estratagema de guías me acompañaba. Su ejército no llevaba elefantes (un gran alivio). Sus tres mandos combinaban grupos de malditas falanges experimentales con grupos de Kn(F) en cuña y Caballerías con algún ligero. Peligroso, como siempre.

Yo, una vez más, había dispuesto mis arqueros en primera fila para romper los montados que me encontrase delante. Una vez completado, constato que mi aliado central izquierdo tendrá que enfrentarse a sus Bw(X). Pinta mal. En cambio, el aliado centro-derecha tiene unos suculentos Kn(F) ante sí. Aquí sí puedo hacer daño. Veremos qué pasa.


En mi izquierda, mi Caballería despliega, como siempre, en columna para ver hacia dónde deberá ser dirigida una vez completado el despliegue. Ya veo que las guías en el medio del bosque no serán útiles. Tengo más que suficiente superioridad numérica de ligeros para tomar el bosque, con lo que no ganaré nada intentando atravesarlo con la Caballería. Sus tropas están encerradas entre los huecos de terreno que le he dejado. No podré sacarlo de allí. Tendrá que salir él. Y lo hará, sin duda, porque se le vienen encima 50 elementos de Wb.


Comienza la batalla. Él mueve primero. Con una buena tirada me cuela la columna de Caballería Ligera por el borde de los matorrales en un abrir y cerrar de ojos. Confieso que me ha pillado desprevenido. Ya me veo moviendo a mis ligeros desesperadamente para cubrir como puedan ese flanco.


El resto de sus tropas de a pie avanzan también de forma prudente. Sus Caballeros se quedan inmóviles, mientras que su caballería se desplaza hacia el flanco izquierdo de mi infantería. En mi turno, mis aliados no me defraudan y avanzan a toda máquina contra el enemigo.


Mi caballería y sus ligeros también avanzan. Los segundos para tomar el bosque rápidamente. Los primeros, sólo para tantear la situación.


Afortunadamente, mis ligeros en el ala derecha tuvieron suficiente movimiento para acercarse a la amenaza de su caballería ligera. No podrían detenerlos, pero al menos le obligaría a gastar órdenes en ellas mientras le presiono con la masa de Wb. Así le obligo a tener que escoger entre intentar responder al ataque frontal de mi infantería o continuar avanzando por este flanco.

Aprovecho para presentar uno de los elementos que más envidia me han generado durante mis años mozos. Se trata de la virilidad de uno de los espectadores de la batalla, mi amigo Xavi (que será protagonista en una de mis futuras crónicas). Él es y tiene todo aquello que yo nunca podré ser ni tener, pero eso es otra historia que ya explicaré en su momento.


Avanzados hasta la distancia de tiro, comienza el intercambio de flechas. Sus falanges, ligeramente anguladas, me causan una baja. Yo, en cambio, aniquilo dos de sus Kn(F). ¡Impresionante! Si no quería estar presionado en ese mando, ahora lo está de verdad. Al avance de su Caballería respondo con el envío de una columna de Wb. Tengo las de perder, pero espero que eso las entretenga mientras arrollo sus Bw(X) y acabo de eliminar a sus Kn(F). No pinta mal la partida.


Mi Caballería, como siempre, esperando acontecimientos en el centro. Mis Psiloi avanzan dentro del bosque y se dividen. Un grupo a contener sus ligeros mientras otro se dirige hacia el apetitoso flanco de sus malditas falanges experimentales.


Recuerda a Creso...

Todo parecía ir bien hasta que oí esas palabras. Sólo las oí yo, por supuesto, porque sólo iban dirigidas a mí. Los dos siguientes turnos Némesis me arrojó a la perdición. Solté mis Wb, como siempre, que atravesaron a mis arqueros, como siempre, para arrojarse contra la línea enemiga, como siempre. En esta ocasión fueron aniquilados a tiro antes de llegar a combatir. Los pocos que lo consiguieron fueron barridos en combate cuerpo a cuerpo. Uno de mis mandos había sido neutralizado a efectos de batalla.


Aun no estaba desmotivado, pero el grado de disgregación era irreversible. Su línea de Bw(X) estaba intacta y variando cada vez más. A medida que se angulaba más y más se alejaban mis opciones de llegar en masa ordenada contra ellos. Si a eso se unían los efectos devastadores del tiro, el resultado era evidente: había perdido la iniciativa en el centro-izquierda. Pintaba mal…muy mal.

Por otra parte sus Kn(F) centrales salieron avanzando en tromba hacia delante. Mientras, en mi derecha, mis arqueros consiguieron destruir a otro Kn(F). Se retiraban, cosa que me dejaba espacio libre. Si conseguía desviar su avance hacia la izquierda, aun tendría opciones de superar su ventaja táctica actual.

Era el momento de la Caballería para entrar en acción. No podía permitir que ese nuevo grupo de Caballeros se arrojase contra mi centro. Había que presionar su mando. Las falanges experimentales de este lado se replegaros para alejarse del bosque, con lo que tuve que salir para seguir presionando. También cargué a sus ligeros y avancé la Caballería. Debía impedir que concentrase dos de sus mandos contra el mío central, aunque ello supusiera exponer mis frágiles Caballerías a su tiro devastador.


Recuerda a Creso…

Mi centro izquierda estaba en fase de derrumbe. Más bajas a tiro, unidas a las causadas por el combate contra sus Caballerías y pasó a estar desmotivado. Eso es alargar un poco la agonía, ya que los Wb dejan de estar impetuosos. Es cuestión de tiempo que el mando reviente. Su presión, con el tiempo, me lo romperá.

Fue entonces cuando vislumbré lo que sería el elemento clave de la batalla. El mando de Wb de mi centro-derecha estaba impetuoso dentro de la marisma. Confiaba a poder destruir algún caballero más y así desmoralizar uno de sus mandos. No pudo ser. Retiró los supervivientes a tiempo mientras mis hombres quedaban embarrados hasta las rodillas, sin poder maniobrar y apenas avanzando. Me costaría una fortuna de órdenes enviarlos hacia la izquierda.


Como había previsto, la presión y los buenos resultados de mis arqueros habían neutralizado por completo el avance rápido de su Caballería ligera por mi flanco. Más aún, estaba replegándose a marchas forzadas para no perder un elemento más que le hubiera supuesto la desmoralización del mando. Tuve la oportunidad de hacerlo mediante un ataque por retaguardia.

Visto ahora en perspectiva, diría que el desarrollo de la batalla no era ajeno a la presencia de la hipervirilidad de Xavi. Quien sabe…


Más temprano que tarde, el mando central se derrumbó. El mando derecho todavía estaba atascado en el barro. La presión sobre mi flanco era inminente. Él apenas había tenido bajas en el ejército y yo ya había perdido casi un tercio. Esto iba de mal en peor.


De forma premonitoria, el combate que podría haberme dado al menos la victoria sobre su mando izquierdo fracasó, con lo que pudo alejarse definitivamente de mis tropas.


En mi izquierda todo estaba por decidir, pero no era un panorama halagüeño. Avancé la Caballería y los Psiloi para seguir presionando el flanco de sus Bw(X). Mientras él no pudiese maniobrarlos con facilidad, podría ganar un poco de tiempo. En parte, la presión surte efecto, ya que le obligo a gastarse las pocas órdenes de su mando a los Bw(X), cosa que le obliga a soltar impetuosos a sus Caballeros.

Mientras, los ligeros de ambos mandos se quedan prácticamente inmóviles en sus posiciones el resto de la partida.


Cargo inmediatamente a sus Bw(X) antes de que se alineen y dirijo el grueso de mi Caballería contra sus Kn impetuosos. Si puedo eliminarlos uno a uno podré hacerle daño suficiente como para su mando quede, al menos, desmotivado.


La situación en el centro se desboca. Los huidos dejan un espacio que pronto será ocupado por el enemigo. Los avances impetuosos en la marisma son agónicos. Empiezo a tener serias dudas que pueda redirigirlos a tiempo. Miro de detener a los pocos huidos que puedo para ganar tiempo, pero no durarán mucho.


En mi izquierda las cosas no acaba de mejorar. Despliego mi Caballería lentamente, mientras mi ataque al flanco de los Bw(X) fracasa.


Pasan los turnos y la cosa empeora. Tengo un goteo permanente de bajas mientras que yo no soy capaz de causar ninguna. Intento nuevamente alcanzar a los Caballeros impetuosos, pero son más veloces que yo. Es frustrante. Sus falanges siguen avanzando para irse acercando a mis Caballerías.


Y en el centro la situación es desesperada. Sus Bw(X) y su Caballería cierran de forma sistemática e inexorable la trampa en la que yo solito me he metido. Algunos de mis Wb han conseguido contactar, pero de forma dispersa y sin refuerzos a una distancia razonable. Para más INRI, mis arqueros quedan expuestos al tiro enemigo. Ya veo que esto sólo puede salvarse de milagro. Si no rompo en los pocos contactos que tengo, se acabó.


En mi izquierda, el tan temido giro de sus Bw(X) tiene lugar. Después del tiro, mis bajas ya son considerables. Necesito gastar tantas órdenes en intentar alcanzar a sus Kn que dejo de lado el resto de Caballerías.


Todo es inútil. Él deja que sus Kn lleguen al fin de la mesa (fin del mundo a efectos de juego) mientras se permite el lujo de atacarme con uno de ellos, causándome otra baja.


El ataque de última oportunidad fracasa. Elimino un elemento pero pierdo varios. La trampa sigue cerrándose y los flancos están expuestos al tiro. Los míos caen como moscas. Finalmente consigo orientarlos ligeramente hacia el enemigo, pero ya veo que es demasiado tarde. Sólo me queda un último elemento con el que salvar el honor e intentar matarle algo.


Pues ni eso. Finalmente, la agonía se acaba. Derrotado sin paliativos.

Olvidé a Creso…

Demasiadas victorias consecutivas tienen su precio. Confié demasiado en el impacto de mis Wb, y Ricardo supo evitarlo aprovechando su mejor maniobrabilidad. ¿Exceso de confianza por mi parte?

No. Es Némesis devolviendo el equilibrio universal. Eso es lo que había cambiado.