sábado, 20 de diciembre de 2008

Por qué soy Landmeister. Primera parte.

A medida que voy añadiendo entradas en el blog, crece el placer que me produce llenarlo de contenido. Aunque suene a tópico cinematográfico, no entiendo cómo he podido vivir tanto tiempo sin haberlo hecho. Llegados a este punto en el que ya lo veo consolidado y con un público fiel, aunque limitado, creo que ha llegado el momento de dar el paso definitivo hacia el objetivo último, real y, hasta hoy, oculto del mismo: usarlo como confesionario público.

Poder explicar cuanto me pasa por la cabeza desde el relativo anonimato de esta plataforma abierta al mundo tiene en mí unos efectos terapéuticos tan inesperados como gratificantes. Así pues, y antes de dar inicio al paréntesis de actividad bloguera propio de las navidades, voy a acabar el año explicando por qué uso el nombre de Landmeister. En definitiva, por qué me identifico con lo que significa Landmeister.

Para ello hay que empezar por el principio, es decir, el momento en el que la tempestad hormonal de la pubertad devastan cuerpo y mente y empujan violentamente a la segunda hacia un rincón sin darle cuartel. Haciendo lo que entonces se conocía como séptimo de EGB, con 13 años, recuerdo haber visto por primera vez en el libro de texto de historia un mapa de la Europa del siglo XIV en el que se distinguía sólo parcialmente la porción meridional de un reino denominado “Orden teutónica”.

Me picó la curiosidad. Era un nombre muy extraño para un reino. Especialmente teniendo en cuenta que todos los demás se llamaban Reino de Polonia, Reino de Francia, Reino de Hungría, etc. Como el cerebro funciona conectando informaciones que inicialmente le resultan irrelevantes pero que conserva en la memoria del disco duro, recordé que había leído algo al respecto en un libro maravillosa que tenía entonces titulado “Caballeros en guerra”, de Andrew McNeil (Ed. Plaza y Janés. 1977). Como indica su nombre, era un libro sobre la historia general, maravillosamente ilustrada, de los caballeros medievales europeos occidentales dirigido a público juvenil. Además de incluir 4 maravillosos juegos de papel en el final, había una brevísima entrada dedicada a los caballeros teutónicos, en la que explicaba que libraron una guerra brutal en las ciénagas y bosques de Prusia hasta crear un estado propio durante tres siglos.

Hago ahora un inciso en forma de flashback. Ahora lamento mucho haberme desecho de ese libro. De alguna manera fue el origen de mi interés desbordante por la Orden. Sí conservo algunas de sus ilustraciones, ya que las recorté para poderlas enganchar en mi carpeta de apuntes. En los ochenta era moda que tu carpeta estuviese forrada con imágenes, y en el instituto todos competíamos para ver quien tenía la más guay. He aquí una de ellas.

Al final no lo hice. Forré la carpeta con imágenes de Maria Whittaker, la que fue mi primer amor platónico. Ello tenía la ventaja evidente de poder hacer creer a mi madre que estaba estudiando mis apuntes de ciencias naturales cuando en realidad aprendía el significado del pecado de Onán. Fui fiel a Maria durante mucho tiempo. No fue hasta años más tarde que conocí a Petra, con lo que me vi obligado a dejarla, pero es otra historia.

La cuestión es que a partir de aquellas dos ideas “guerra brutal en las ciénagas y bosques” para “crear un Estado propio” me cautivaron. Desde entonces buscaba información por doquier para investigar qué era la Orden y cuál su historia. Lógicamente, en los 80 no había Internet ni los medios de búsqueda bibliográfica actuales, con lo que la información que conseguía me llegaba con cuentagotas. Aun así, la imagen que iba desvelándome lo poco que obtenía de aquí y de allá resulto una revelación. Identifiqué un conjunto de elementos comunes entre su historia y la mía que me llevaron a verme a mí mismo como una especie de encarnación individual de la Orden, o al menos de lo que para mí representaba la Orden. A medida que pasaban los años, fui depurando esa imagen con información cada vez más abundante y diversa. No fue hasta que ya tenía más de 25 cuando mi sed conocimiento sobre los caballeros teutónicos estaba casi completamente saciada.

Para entonces, ya adulto desde un punto de vista estrictamente biológico pero no desde el emocional, yo ya me veía como un Landmeister…

5 comentarios:

Juanjo dijo...

Acción, misterio y mujeres exhuberantes... excelente primera parte :o)

Xavier Martí i Picó dijo...

Vaya, no sabía que había otra antes de Petra... de todas maneras sigue siendo el mismo molde: chicas con mucha "pechonalidad".

David Cantó dijo...

Gracias Juanjo. Espero que la continuación no te decepcione :).

Anónimo dijo...

En la próxima entrada, ¿puedes poner fotos de ambas srtas. en lugar de los caballeros? No sé, son menos eduicativas, pero seguro que atraerán a más gente al blog...

;)

David Cantó dijo...

No te creas que no he estdo tentad de hacerlo, no...:D. Lo que pasa es que hay luchar contra las tentaciones de la carne :).