sábado, 13 de diciembre de 2008

El alud

Esta ha sido una de las partidas más contradictorias que he jugado últimamente. Por una parte he experimentado el placer de arrollar mediante la fuerza bruta de un alud de warband, mientras que por otra he padecido la amargura de ser arrollado por un alud enemigo, simultáneamente.

Una vez más, mi sempiterno adversario de batallas, Ricardo, ha sido el temible rival al que me he tenido que medir. Helo aquí.

No sé si por suerte o por desgracia, como veréis, en esta ocasión no me he enfrentado a sus feroces falanges experimentales macedónicas, sino a una marea humana normanda de la conquista. Yo, como siempre, con mi prusiano.

Esta es la ficha técnica de la partida.

Puntos: 400
Su ejército: Norman Conquest. Libro 3. (atacante)
Yo: Prussian. Libro 4. (defensor)
Hora de inicio de la batalla: 8:00 (ya es de día)
Condiciones climatológicas: Fuerte viento soplando desde el sudoeste. Como sólo afecta a los arqueros y los elementos de Naval y ninguno de los dos jugamos hoy con ellos, a todos los efectos es un día perfecto para matarse.

Hoy traía una modificación substancial de mi ejército habitual. Como sabía que me enfrentaría a oleadas de Caballeros normandos, decidí substituir todos mis Arqueros por más Warband. En total jugué con 72 elementos (mas dos generales también Wb), en lugar de con los 50 habituales. El máximo que me permite la lista es 76, o sea que me quedé cerca del mismo.

He aquí el despliegue inicial.

Lo que no varié es la distribución de los mandos. Como siempre, había dos grandes masas de infantería y el mando de Caballería con el C-in-C. Como podréis ver, ante mí sólo encontré un mando gigante de infantería y un mando muy grande de Caballeros en columna. La verdad es que quedé un poco decepcionado. Creía que sería un ejército más temible en Caballeros. Lo que más me desorientó fue su distribución en sólo dos mandos. Gané confianza. Me veía ganador, o al menos con bastantes números de ganar. Enfrentar tanta infantería contra mis Wb era casi una provocación, un festín con el que hartarse.

Al analizar lo que tenía ante mí, a mi izquierda había el extremo de su macromando central, compuesto por una mezcla de Blades, Hordas y Psiloi.

En mi centro, más de lo mismo, si bien en segunda fila se hallaba su temible columna de Kn(F) y algunos ligeros. Luego me dio que eran ¡100 puntos en Kn! Una cafrada, vaya. Su orientación hacia mi derecha ya mostraba sus intenciones: rodear el bosque y abalanzarse sobre mi flanco.

Para intentar evitarlo tenía mi débil Caballería a la derecha, acompañada de Psiloi, como en los restantes mandos, ya que había conseguido cerrar bastante el terreno con bosques y marismas.

Los primeros compases de la batalla ya marcaron las tendencias de lo que iba a suceder más tarde. Mi plan era sencillo. Arrojar el alud de Wb contra su mando gigante, arrollarlo y contener a sus Caballeros con las típicas tácticas de la Caballería avanzando y retrocediendo para ganar tiempo.

Y así se inició. Ambos avanzamos nuestros respectivos mandos montados hacia el mismo punto del bosque. Yo para intentar coparlo antes de que se abriese y maniobrase, él justo para intentar evitar eso.

En ese instante llegó la sorpresa. En su primera tirada de PIPs había reservado uno para una marcha de flanco…y obtuvo un 6. Como es fácil de imaginar, el flanco de llegada era el de mi derecha. Todo el plan al carajo. Hasta que no supiese en qué consistía exactamente su marcha de flanco no podía prever nada. Tan sólo preocuparme.

Mientras tanto, mi mando central empezó su marcha firme hacia la línea enemiga.

Mi mando izquierdo hizo lo mismo, pero estaba más fragmentado a causa del terreno. La verdad es que estaba tan cerrado que me fastidió incluso a mí. Debo aprender a modular mejor la cantidad y la clase de terreno que coloco.

Y el horror se hizo realidad. Su marcha de flanco estaba constituida por un mando enorme de Caballería exclusivamente, sin tropas a pié. Ahora ya podía prever la batalla. Mi mando de Caballería sería aniquilado en cuestión de tiempo ante su alud de Caballeros y la marcha de flanco. Lo pero era que los Bagajes de los demás mandos estaban completamente expuestos y sin posibilidad de ser salvados.

La batalla para mí sólo tenía una salida posible. Aniquilar su mando de infantería y matar tantos elementos de Kn y Cv como pudiera para llegar a la mitad de su moral. Mi Caballería debía morir matando, pero por el momento debía retirarla ante la marea que se avecinaba. Debía intentar concentrarme en la colina de mi retaguardia y aguantar (y matar) el máximo posible.

Vista la situación, ahora mi centro i la izquierda debían luchar contra el tiempo además de contra el enemigo, de modo que los avancé a marchas forzadas. Su línea se limitaba a esperar. Para él estaba claro que debía intentar aguantar con la infantería mientras me aniquilaba mi Caballería y todos los Bagajes. Por ello, tan sólo se limitaba a concentrar líneas traseras de Blades en reserva en su punto más vulnerable, el espacio entre el bosque y la marisma.

Las marchas me obligaron a romper completamente el mando izquierdo. Decidí que los rezagados llegasen cuando pudiesen. Ahora la prioridad era entrar en combate a cualquier precio.

El azar quiso que no dispusiese de órdenes suficientes para avanzar al máximo su oleada de montados. Aun así, iba avanzando firmemente hacia mí. Yo, una vez me hube retirado hasta la colina, decidí sacrificar mi Bagaje enviar un voluntario a ganar uno o dos turnos antes de que sus Caballeros alcanzasen el flanco de mi infantería central.

A partir del siguiente turno empezaría a ocupar una posición defensiva en lo alto de la colina…y a rezar.

Así lo hice. Giré la columna de Caballería y comencé a desplegar los Psiloi en lo alto de la cresta. El resto dependía de los dados.

En el centro la carrera hacia el impacto era tan desesperada que tuve que romper el bloque a causa de la presencia de la marisma y el bosque. Me daba cuenta de lo erróneo de haber colocado tanto terreno difícil. Mi frente de impacto quedaba muy reducido y, lo que es peor, expuesto a sus ataques de flanco. También envié un par más de voluntarios para entretener a los Caballeros con unos entremeses antes de entrar a comerse el plato principal de mi infantería por retaguardia.

En mi izquierda, ya estaba a punto de llegar. Aquí la fragmentación era mucho menor, pero aun necesitaba otro turno para llegar.

Se dio un curioso fenómeno en el ala derecha a partir de ese momento. Ambos obteníamos tiradas de PIPs bajas o muy bajas, cosa que nos impedía ejecutar nuestros planes respectivos de forma especialmente frustrante. Él podía avanzar muy poco y yo no acababa de cubrir la colina. Eso me favorecía inicialmente, ya que me daba el tiempo que tanto necesitaba desesperadamente, pero a medio plazo era fatal, ya que me vería flanqueado de forma inevitable, con lo que no podría más que esperar milagros en cada combate.

El primer impacto en el centro, como era previsible, fue irrelevante. El siguiente turno conseguí llegar con los Psiloi contra los suyos. No me gusta ese tipo de enfrentamientos. Son una lotería. Igual puedes ganar que perder, pero la situación no estaba para remilgos. Tenía que causar el máximo de bajas con todo lo que tuviese al alcance. Por otra parte, para intentar ganar otro turno más, resitué a los voluntarios en el bosque para atraer a los Caballeros hacia su interior. Había que evitar que llegasen a atacarme por retaguardia a cualquier precio.

En mi izquierda las cosas fueron mejor. El bloque llegó en mejores condiciones y eso se notó. Con un poco de suerte, en este lado de la batalla podría hacer mucha mella. Aquí mi masa de Wb sí disponía de espacio suficiente para impactar en bloque.

Efectivamente, conseguí abrir una brecha aceptable en su primera línea. Ahora tenía que aguantar su embestida de la segunda mientras continuaban avanzando los rezagados. En cambio, todos mis Psiloi fueron rechazados. Al menos no murió ninguno.

En el centro el éxito fue menor, pero éxito al fin y al cabo. Conseguí romper su primera línea y mis flancos ya no estaban tan expuestos. El resto de rezagados llegarían en breve. Necesitaba más tiempo.

Finalmente comenzaron los combates en el ala derecha. Su general en persona se dedicó a saquear mi Bagaje. Las demás Caballerías avanzaron y comenzaron a cargar contra mis Psiloi. No me había dado tiempo (por falta de órdenes) a ocupar la colina con garantías. Ya era tarde para eso. Ahora dependía de la suerte de los combates de que él cometiera errores.

Finalmente llegaron la mayor parte los rezagados del mando central al combate. Mis Pisloi ya habían sufrido algunas bajas, pero aun así también los arrojé hacia el enemigo.

Como era previsible, el avanzó la segunda fila en mi ala izquierda, a lo que se unió la llegada de la mayoría también de mis rezagados. Mi alud había alcanzado finalmente al muro que intentaba contenerlo.

Su alud, en cambio, gracias a la providencial escasez de órdenes, no acababa de materializarse. Continuaba avanzando con los Caballeros y cargaba donde podía, pero eran ataques individuales que me regalaban un tiempo precioso. Incluso pude atacar una de sus Caballería por la retaguardia, que fue destruida. Primera baja enemiga en un mar de enemigos. Su general, mientras, se estaba saciando de saqueo en mi Bagaje.

Y entonces…el éxtasis. Mi ala izquierda aniquiló a la práctica totalidad de sus oponentes. El extremo derecho de su mando de infantería se había volatilizado. Como ya he dicho en otras ocasiones, ante este espectáculo de adrenalina y testosterona combinadas ya no me importa si pierdo o gano la batalla. He conseguido lo que busco cuando vengo al club, autoafirmarme como hombre.

En compensación, perdí un Psiloi.

En el centro los efectos fueron mucho más decepcionantes. El bloque de impacto inicial consiguió otra victoria puntual, pero no significativa. La mayoría de mis ataques fueron rechazados. Estaba claro que tanta fragmentación, ofreciendo muchos sobrelapamientos, me estaba pasando factura.

Mientras, mi ala derecha ya estaba muy tocada. El Bagaje había sido saqueado y los Psiloi aniquilados. Aun así, su Caballería no podía acabar de arrojarse contra la mía. Su Caballeros, por otra parte habían dado buena cuenta de los voluntarios que había enviado para detenerlos y ahora se dirigían hacia mi Caballería. Esa era una relativa buena noticia. Concentrando sus dos mandos montados contra el mío de Caballería se alejaba de la retaguardia de mis Wb en el centro, pero aseguraba la captura de los demás Bagajes y su posicionamiento ventajoso a largo plazo.

Rezaba para que la destrucción de su infantería y las bajas en este lado (conseguí destruirle un Caballero) serían suficientes para ganar.

Bastó una nueva embestida con los Wb del centro para conseguir romper su mando de infantería.

Y el temido resultado se hizo realidad. Sumando la moral del mando roto más la de las escasas bajas causadas en sus montados, no había alcanzado la mitad que da la victoria. Estaba a un único elemento de moral para perder. Era difícil pero factible, así que comencé a enviar más elementos sueltos hacia sus Caballeros, pero no es nada fácil ir girando elementos de Wb individualmente mientras tu masa principal está orientada en la dirección opuesta. Ricardo, muy inteligentemente, jugaba sin Bagajes, con lo que tenía que matarle una tropa más para conseguirlo.

El curso de la batalla no parecía alterarle en absoluto. Estando a un elemento de la derrota continuó con su temple habitual y decidió realinear sus Caballería y continuar avanzando los Caballeros. Si enorme movilidad le daba una ventaja táctica más que evidente. Me sería muy difícil eliminar ese elemento final. A su vez, él cargaba cuando podía y me iba eliminando uno a uno los elementos de refuerzo que iba enviándole.

Llegados a ese punto contemplé algo que sólo había imaginado cuando leí el reglamento por primera vez. Un grupo impetuoso al que no puedes detener, sigue avanzando para alejarse de su base de la mesa inicial hasta que llega a la base del oponente. Entonces, dejan de estar impetuoso. Y eso era lo que me estaba pasando a mí.

En mi izquierda, todos los PIPs eran dedicados a girar y “avanzar” de vuelta a los Psiloi, con lo que los Wb se alejaban más y más al tener que dejarlos impetuosos.

En el centro era peor, ya que estaba más disgregado y me costaba más enviar refuerzos. Debía enfrentarme a Caballeros con dos o tres elementos sueltos mientras el resto de infantería se iba a comprobar que, efectivamente, la Tierra es plana y al final de la misma hay un abismo muy grande.

Esos elementos individuales era presas fáciles para los caballeros, que se los iban zampando uno tras otro. Sólo un milagro de dados podría darme la victoria.

Ricardo, mientras tanto, seguía avanzando su columna de Caballeros hacia mí Caballería, mantenía en espera a la suya y se iba comiendo mis “refuerzos” sin contemplaciones.

Hasta que la imagen antes citada se hizo realidad, 36.000 hombres mirando como sus antiguos oponentes huyen despavoridos mientras en la retaguardia la masacre era inevitable. ¡Al menos ahora ya no podían alejarse más de la batalla real! :(.

Y efectivamente la masacre se materializó. Finalmente su Caballería se abalanzó sobra la mía, ya desmotivada, sin piedad. Su columna de Caballeros ya estaba al alcance de mis montados, y con ello más cerca del Bagaje del mando central.

Su alud fue tan fulminante como el mío. Mando exterminado en un solo turno, con sólo dos elementos supervivientes.

Además, había eliminado los escasos refuerzos que había enviado en busca del elemento de la victoria. Pude girar algunos más, pero estaba claro que su destino no sería mucho mejor.

Llegados a este punto, se imponía una reflexión profunda. Pese a estar a un solo elemento de la derrota, su posición táctica y estratégica eran tan abrumadoramente superiores que no veía nada clara la victoria. Comiéndose el Bagaje de mi mando central, lo dejaba desmotivado. Una cuantas bajas más (fáciles de conseguir, por otra parte, con tanta tropa montada por su parte y ninguna en la mía) y me rompería el mando, con lo que el ganador sería él.

Era el momento de estrecharle la mano y dejarlo en unas tablas. Él no tardó en aceptar, de modo que pudimos dedicarnos a especular qué hubiera pasado. La verdad es que yo no lo veía nada, nada claro. Aprendí que tanta Wb no es necesariamente una buena idea. Y si no decídselo a ellos, mirando la puesta de sol mientras su comandante en jefe era descuartizado por las lanzas normandas.

En fin, una de esas partidas en las que sonríes al final mientras piensas…¡glups!

8 comentarios:

Xavier Martí i Picó dijo...

Realmente, has descrito muy bien la sensación con el título. Además, es una sensación que cuando la vives embriaga de éxtasis y sólo puedes dejarte llevar.

Anónimo dijo...

Excelente, como siempre.
Un placer y una gran escuela.
Felicidades.

David Cantó dijo...

Gracias por los halagos. Sé que son merecidos :D

Erwin dijo...

Una batalla interesantísima y brutal.
Un par de comentarios:
¿a Ricardo, le interesaba ese primer seis para destapar lo antes posible la marcha de flanco (dada la debilidad de su infantería)o le habría convenido salir un poco más tarde y que tu caballería estuviese más enzarzada en batalla?

otra: la liquidación final de la caballería prusiana ¿ocurrió en un solo turno? porque en las fotos parece así y debió ser tremendo. ¿y eran Kn(F) los normandos?

Por último, en buena lógica deportiva las tablas están muy bien, pero, a pesar de la destrucción de la infantería normanda, la victoria estratégica parecía estar más de su lado, a fin de cuentas, su plan se cumplió casi por entero.

Anónimo dijo...

La verdad es que me interesaba más que su caballería estuviese más extendida en el flanco, intentando parar a los Kn(F) para atacar con la marcha de flanco. Ciertamente eso me hubiera permitido atacarla en pocos turnos y pasar a atacar por la espalda a las Wb. Y, si no me acuerdo mal, la caballería prusiana cayó en un turno, pero fue después que yo posicionase a los caballeros y a la caballería a su alrededor, me comiese a su bagaje y espantase o matase a los Ps que le apoyaban. Vamos, el clásico dos contra uno.
De todas formas ya he tomado nota de mis errores en la batalla, y la próxima vez estaré preparado para dar más guerra. Al fin y al cabo…¡sólo es mi segunda batalla con este ejército!

;)

¿Alguien se anima a ayudarme a probarlo?

David Cantó dijo...

Ricardo ya ha respondido a tus preguntas. Lo malo de la marcha de flanco es que no escoges cuando entra, eso depende de todo del azar.

En cuanto a mi caballería, efectivamente fué un ataque fulminante. Y no fué previo porque Ricardo tuvo bastantes tiradas de Pips malas, que si no...

Erwin dijo...

Gracias por los comentarios Ricardo.
Y por supuesto, estaré encantado de librar una batalla contra esos normandos, seguro que me enseñarás cosas. Dado el calendario será ya en 2009, buscaremos la ocasión.

Quim dijo...

Felictats a tots dos per la batalla. Espectacular! :)