Desde este verano pasado me he propuesto en serio disminuir de forma significativa la pila de libros pendientes por leer. Este es ya el cuarto desde agosto. A diferencia de los tres inmediatamente anteriores, este es de transición.
Me explico. Normalmente, cuando selecciono libros, procuro clasificarlos en función del esfuerzo necesario para asimilar su información. Ese esfuerzo incluye el número de páginas, el lenguaje usado y, sobre todo, la profundidad del tema a exponer. Hay textos que deben ser releídos con calma y dedicación para captar en su máxima amplitud el conocimiento que proporcionan. Los tres libros inmediatamente anteriores a este formaban parte de la categoría “de esfuerzo”. Este se halla en la categoría “de transición”. Y en mi caso transición quiere decir literalmente eso, de tránsito entre un libro o libros de la categoría esfuerzo a los siguientes. Con ello no quiero dar a entender ningún desmerecimiento o descrédito a los segundos sobre los primeros, sino únicamente su encaje en mi bibliovisión universal.
Esta obra breve, con poco más de 200 páginas y unas 50 adicionales de notas, es una introducción a los principales rasgos históricos, sociales y culturales del mundo grecolatino entre los ss. IV al VII d.C. El título es engañoso, como admite el propio autor (un desconocido para mí). En realidad no se explica la totalidad del mundo mediterráneo con la misma intensidad. Básicamente se trata de una descripción del mundo pre-bizantino o romano oriental que incluye también algunas pinceladas (muy someras) del mediterráneo occidental.
Además de repasar los principales hechos históricos y sus protagonistas, este trabajo incluye aspectos interesantes, como las nuevas interpretaciones (nuevas en el contexto de 1993, año de su publicación) arrojadas por la arqueología en las provincias orientales del Imperio. También se esbozan hipótesis y teorías dirigidas a intentar discernir los flujos de continuidad y ruptura durante este periodo con respecto al inmediatamente anterior, especialmente en cuanto a la aparición de la Iglesia institucionalizada como agente nuevo social se refiere. Otros elementos mencionados son, por un lado, la puesta en cuestión del concepto “decadencia”, aplicado tradicionalmente a la desaparición del imperio occidental, en su mitad oriental y, por otro, la extraordinaria heterogeneidad de realidades sociales y religiosas con las que debía lidiar el gobierno de Constantinopla.
Ligero y de fácil lectura, como debe ser, pero no por ello menos interesante. Os lo recomiendo.
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