sábado, 28 de marzo de 2009

Desesperación

La partida de hoy ha sido una confirmación de cuan cierta es la afirmación sobre la felicidad del ignorante. No saber, en ocasiones, es mejor.

En esta ocasión lo ha sido.

Había quedado nuevamente con Ricardo. Había mejorado, decía, su ya temible lista de Normandos, de modo que necesitaba probarlos contra mis huestes prusianas. Una vez más, he aquí a mi más repetido adversario en los últimos tiempos.

Esta es la ficha de la partida:

Puntos: 400
Su ejército: Norman. Libro 3. (atacante)
Yo: Prussian. Libro 4. (defensor)
Hora de inicio de la batalla: 06:00. Es de día.
Condiciones climatológicas: Nada destacable. Un día perfecto para matarse.

Aquí tenemos el despliegue:

Ya que él traía un ejército mejorado, yo decidí cambiar también mi despliegue habitual. En lugar de concentrar los dos mandos de infantería en una sola masa, los dividí a ambos lados de mi despliegue, con la Caballería en el centro y a retaguardia. Así, en función de hacia dónde viese el movimiento enemigo, podría enviarla para apoyar.

De ese modo, mi ala derecha estaba encarada contra una columna enemiga de Caballeros orientados hacia el flanco de la mesa. Toda una declaración de intenciones.

En el centro, mi Caballería (escoltada por un grupo de Psilois) veía a lo lejos una amplia fila de Caballería enemiga anclada en el fondo de la mesa.

En mi ala izquierda, mi segundo mando de infantería se enfrentaba contra su mando de ligeros, constituido enteramente por Psilois y Caballería Ligera.

Sin duda su ejército era extraordinariamente móvil. Mi prusiano es mucho más rígido. Ya veremos cómo iría la cosa.

Primer turno. Muevo yo y avanzo recto mi ala derecha. Sé que me dirijo hacia una marisma justo delante, pero ahora me importa más ganar terreno que preocuparme de eso.

En previsión a un movimiento de flanqueo por su parte, decido desviar una pequeña columna de elementos hacia mi derecha con el objetivo de impedir que sus Caballeros realicen marchas hasta rodearme.

En el centro, ya he visto que sus montados se concentrarán precisamente hacia mi lado derecho, así que…¡hacia la derecha!

Los Psilois avanzan recto para salir de su despliegue inicial sobre la marisma.

Finalmente, mi ala izquierda también avanza, aunque poco, a causa de la escasez de órdenes disponibles.

Su turno. Como era previsible, dirige rápidamente su columna de Caballeros y la Caballería de su centro hacia mi derecha. Su movilidad le puede facilitar flanquearme.

En si derecha, avanza su Caballería Ligera y parte de su nutrido grupo de Psilois. Deja otro importante grupo dentro del bosque en el que están desplegados.

Mi turno de nuevo. En mi derecha, obtengo órdenes suficientes como para empezar a variar mi masa de Wb. Avanzan también mi columna de Psilois y la minicolumna de voluntarios destinados a detener las marchas de sus Caballeros.

Mi Caballería central avanza a toda velocidad hacia la derecha. La batalla se decidirá allí.

En mi izquierda, me embarga la duda. A mi frente ya no hay enemigos, sólo a mi izquierda queda el mando de ligeros enemigos. Avanzar recto es inútil y no obtengo suficientes PIPs para variar, de modo que opto por quedarme inmóvil a la espera de su siguiente movimiento. Sólo los Psiloi del mando central avanzan frontalmente.

Su turno. Ambas columnas de montados avanzan a toda máquina intentando rodearme a distancia.

En su derecha, sus ligeros siguen avanzando, pero poco, a causa de también de escasez de órdenes.

Otra vez mi turno. Una mala tirada de PIPs me obliga en la derecha a soltar a la gran masa impetuosa a cambio de poder redirigir a una columna de WB hacia la cola de la columna de los Caballeros. La minicolumna de voluntarios avanza también y consigue su objetivo, los Caballeros ya no podrán realizar marchas.

He roto todo el mando, de modo que no será nada fácil en lo sucesivo controlarlo. A más INRI, están atravesando una marisma. Me doy cuenta de que lo he hecho bastante mal.

Al menos me queda aun la Caballería, que se dirige a toda velocidad hacia el flanco.

No es nada divertido enfrentarse contra Kn, pero no tengo otra opción.

Mientras, la situación en mi ala izquierda no es mucho mejor. Pocos PIPs me obligan a avanzar la masa de Wb recto hacia la nada mientras los Psiloi pueden abrirse para evitar un primer flanqueo.

En su turno, la escasez de PIPs se hace extensiva a sus Caballeros. La amenaza menor, pero aun así amenaza, de mi columna de voluntarios le obliga a romper el grupo, dejando impetuosos los elementos frontales, que se alejan de su general.

Los demás Caballeros y el mando de Caballería viran para entablar combate. Respiro más tranquilo. Se acabó la carrera para intentar ganar mi flanco. Ahora viene la hora de la verdad. Lo malo es que él está mucho mejor posicionado que yo.

En su derecha, la Caballería Ligera avanza y sus Psilois avanzados se abren. No va a ser fácil atacar a tanto ligero. Aun no veo muy claro cómo hacerlo.

Mi turno. Decido finalmente crear una columna para, más adelante, virar y entrar a saco en el bosque. No podré matarlos, pero al menos le obligaré a consumir PIPs que, espero, ralenticen el avance de su Caballería Ligera hacia mi Bagaje.

Mi masa de infantería central continúa en su senda imparable hacia la máxima disgregación. Tan sólo puedo ir redireccionando alguna columna individual con la esperanza que, a largo plazo, puedan llegar las demás.

Me arrepiento mucho de haber soltado impetuosas a las Wb tan pronto. Debería haber intentado controlarlas un poco más, pero ahora el daño ya está hecho.

Las únicas alegrías me las da la Caballería, que vira por una parte para crear una línea y avanzo una columna de la otra para intentar posicionarme con ventaja para cuando lleguen sus Caballeros desbocados.

De nuevo su turno. Nuevamente con pocos PIPs, los Caballeros deciden destinarlos a cargar en condiciones contra mis voluntarios, que son volatilizados. A cambio, su columna de impetuosos se dirige descontroladamente hacia mi línea de Caballería.

En cambio, su Caballería permanece inmóvil a excepción del general, que se aleja para así no aplastar a sus propios hombres en caso de quedar impetuoso en futuros tunos.

Y en su derecha, la Caballería Ligera avanza firma en su flanqueo exterior, mientras los Psiloi viran y se amplían para tomar posiciones contra los míos.

De nuevo mi turno. Teniendo una oportunidad de oro para envolver completamente y acabar de un solo ataque sus Caballeros adelantados, un maldito 1 de PIPs me obliga a limitar mi acción a una mísera carga y a un avance. Odioso.

Teniendo tantos elementos tocando el borde de la mesa, una tirada sólo ligeramente más decente me hubiese permitido atacar de forma que hubiese podido eliminar un buen número de ellos tan sólo sacándolos de la misma. Me ahorraba tener que doblar a nadie. En fin, la guerra es así.

El centro iba avanzando muy lentamente a excepción de mi columna más exterior de Psiloi, cuyo objetivo a medio era flanquear la línea de Caballería.

Lo sé, enviar Psiloi contra Caballería en terreno llano no es una táctica especialmente brillante, pero era eso esperar a que mis Wb llegasen desordenadas como estaban ante sus morros y ser aniquiladas una a una.

En mi izquierda, avancé con la columna de Wb, creé otra con mis Psiloi y dejé el resto impetuoso. Ya que no iba combatir, al menos no me tendría que preocupar de maniobrarlas.

Nuevamente, se dirigían hacia otra marisma. Hoy el terreno y el despliegue no me habían salido como esperaba.

Nuevo turno de Ricardo. A medida que iban pasando veía que su rostro se iba tiñiendo de desesperación. Pensé que se debía a la mala racha de PIPs en su mando de Caballeros. Otra tirada baja les sirvió únicamente para detener un par de ellos y enviar un apoyo contra mi columna. Combate en tablas.

El resto de ellos los dejó impetuosos. En cuanto a su Caballería, se limitó a cargar contra la única columna de Wb que estaba fuera de las marismas. El resto permanecía a la expectativa.

Me eliminó dos elementos más. Lo cierto es que anta fragmentación le favorecía. Me estaba pillando elementos uno tras otro con toda tranquilidad.

En su ala derecha la carrera de los ligeros era imparable. Sus Ps avanzaban contra los míos y su Caballería Ligera ya había bordeado el bosque. Su camino hacia mi Bagaje era cada vez más corto.

Me toca a mí. Esto es de risa. Ambos estamos obteniendo tiradas patéticas de PIPs en el mismo lado. Sólo puedo realizar una carga, pero al menos en el combate procedente del turno anterior consigo vencer y empujo otro elemento de Caballero fuera de la mesa. Ricardo muestra la impotencia en su semblante.

Si no fuera por lo peligrosos que son los Caballeros, casi lamentaría ganar, pero no respiraré tranquilo hasta que consiga desbandar el mando.

Mientras, mis Wb del centro siguen chapoteando entre las marismas y sólo consigo reorientar una minicolumna de arqueros y variar la columna más exterior de Psiloi.

Ahora ya están en una posición interesante como para suponer una posible amenaza a su Caballería. Todo sea por disgregarla el máximo posible.

Finalmente puedo virar mis dos columnas de Psiloi y Wb en mi ala izquierda. Espero que esta nueva amenaza le dificulte dedicar PIPs en su mando para avanzar hacia mi Bagaje.

Y entonces sucedió algo extraño. En su turno obtuvo al fin una buena tirada de PIPs, pero eso no cambió el rostro de Ricardo. Pudo redirigir una columna de Caballeros hacia mi Caballería y un par de buenas cargas. Otro elemento suelto se dirigía también hacia mi Bagaje.

Su situación no era tan mala, pero su preocupación no disminuía.

Además, su Caballería también dispuso de muchas órdenes. Con ellas reorganizó sus elementos en combate y alejó el resto con una variación para poner distanciarse de mis Psiloi. Mientras, iba cazándome elementos de WB uno tras otro.

Y, cómo no, otra buena tirada en su ala derecha hozo volar su columna de Caballería Ligera hacia mi Bagaje. No pude evitarlo a tiempo.

A ello añadiendo que sus Psiloi entraron en acción cargando contra los míos y eliminándome dos. Finalmente, su general avanzó un poco para no distanciarse excesivamente de sus tropas.

En este lado las cosas me iban mal.

En mi turno, como si de suertes paralelas se tratara, yo también obtengo una muy buena tirada de PIPs que me permite realizar avances y cargas múltiples sobre sus Caballeros. Con un poco de suerte podré romper este mando y entonces dirigirme hacia su Caballería.

La tónica en el centro no varía. Miro de redirigir el máximo de elementos hacia el enemigo para así poderlos dejar impetuosos el próximo turno para así poder redirigir otros a dos turnos vistas. Una mierda de táctica, vaya.

La columna de Psiloi sigue pisando los talones de la Caballería. Espero que tenga una mala tirada que me permita cazarla por detrás. También giro un elemento suelto de Arqueros con la esperanza de que un milagro en el tiro me haga eliminar el elemento de Caballeros impetuosos que se dirige hacia mi Bagaje.

En cuanto a mi izquierda, las cosas no mejoran. Sólo consigo avanzar la columna de Wb y dejar el resto suelto. Fatal. Estoy combatiendo con menos de la mitad de mis tropas y no voy a conseguir nada positivo contra tanto ligero.

Nuevo turno de Ricardo y nuevo gruñido de desaprobación. Mi carga del turno anterior sacó de la mesa a otro de sus Caballeros, mientras que yo perdí una Caballería también. Ahora los dos estábamos muy fragmentados, pero son superioridad numérica a mi favor.

Su última columna viró para encararse a un elemento suelto mío de Caballería. Una situación interesante.

Más de lo mismo en el centro. Sus Caballerías comiéndose Wb sin contemplaciones mientras el resto de aleja cobardemente de mis Psiloi. Por primera vez veo que otra columna de Caballería es dirigida contra las mías.

Pero sin duda lo más maravilloso del turno fue que el milagro que esperaba…¡sucedió! El siempre deseado 6-1 del dado hizo que destruyese al Caballero que ya se frotaba las manos pensando en mi Bagaje. Maravilloso.

Y lo más temido sucedió, En su derecha su Caballería Ligera consiguió saquear mi primer Bagaje. Es imagen, junto a la acumulación de bajas del mando central, empezaban a hacer que yo también gruñiese.

Mientras, con más tranquilidad, viraba sus victoriosos Psiloi contra mi flanco y alineaba el resto para encararlos contra los míos. Pintaba mal.

Mi turno de nuevo. Ahora sí. Otra buena tirada de PIPs y sumando de Caballeros estaba contra las cuerdas. Tenía varios de sus elementos rodeados o atacados por retaguardia.

En el centro, por primera vez tuve la opción de cargar yo. No era una gran carga, pero al menos me permitía recuperar un poco la iniciativa.

Aunque no podía permitirme el lujo de perder muchos más elementos, la cuestión era presionar a su Caballería para que no se concentrase contra la mía. Conseguirlo era otra cosa.

En mi izquierda decidí tomar también la iniciativa y cargué con mis ligeros contra los suyos, así como avance las Wb hacia el bosque. El resto se dirigían hacia el final de la mesa para contemplar la puesta de sol.

La cuestión era que se viese lo suficientemente presionado como para no gastar más PIPs en su Caballería Ligera saqueadora.

No fue necesario. Mis múltiples victorias contra los Caballeros rompieron su mando.

Mi sorpresa fue oir de boca de Ricardo que la partida había terminado. La moral del mando de Caballeros no constituía, ni de lejos, la mitad d su ejército. Pero la suma de este mando perdido…¡más de la de su marcha de flanco fracasada sí lo eran!

He aquí las tropas que no consiguieron llegar.

Se trataba de un mando mixto de más Caballería con infantería. Por otra parte, el hecho de que ya hubiéramos jugado más de 8 turnos hacía que, incluso habiendo llegado a la mesa, su moral ya contaba como perdida.

Ese era el motivo de la desesperación de Ricardo.
Como es fácil de imaginar, dicha marcha estaba planeada sobre el flanco en el que estaba mi Caballería. ¡Qué diferente hubiera sido la partida de haber entrado! Como se suele decir en estos casos..¡Uf, menos mal que no la sabía!

Una última panorámica global mientras trago saliva y una gota de sudor recorre mi sien a la vez que consuelo a Ricardo por su mala suerte.

4 comentarios:

Juanjo dijo...

Me ha gustado mucho cómo ha planteado Ricardo la batalla. Creo que, aun perdiendo, ha mostrado la debilidad de un ejército cuajado de warbands como tu prusiano, David. En fin, tomo nota de lo acontecido para futuras batallas. Una partida muy didáctica, gracias por la crónica ;o)

David Cantó dijo...

Tienes razón. La verdad es que no merecía haber ganado esta batalla.

Xavier Martí i Picó dijo...

Estás en racha... la verdad es que tengo unas gans de darles un repaso a esas wb...
Realmente, hacer una marcha de flanco sin general brillante es muy arriesgado.

Anónimo dijo...

La próxima vez....

je,je,je....

no habrá marcha de flanco...

;)

Ricardo