Aun recuerdo cómo se enfrentaban una y otra vez (y otra, y otra, y otra…) contra mi teutónico mientras devoraban mis enseñanzas. Ahora puedo decir con orgullo que son dos de mis adeptos más avanzados. Ambos ya han aparecido anteriormente en el blog, pero no conjuntamente. Son Marco y Marc (no es un error tipográfico ni el nombre de una pareja cómica, es que se llaman así):
Esta es la ficha técnica de la partida.
Puntos: 400
Su ejército: Anatolian Turkoman. Libro 4. (defensor)
Yo: Prussian. Libro 4. (atacante)
Hora de inicio de la batalla: 8:00 (ya es de día)
Condiciones climatológicas: Nada destacable. Nuevamente, un fantástico día para matarse.
Su ejército es muy potente contra el mío, ya que dispone de mucha Caballería Ligera y Caballería superiores, así como importantes cantidades de infantería capaz de castigarme con dureza (básicamente auxiliares y arqueros). Mi despliegue es el típico de siempre, con la diferencia que, esta vez, me ahorré la estratagema de las guías. Visto que no la uso nunca por falta de oportunidad, he preferido comprar más Wb, que de seguro mes será más útil. El grueso de la batalla tendrá lugar a mi derecha.
Muevo primero y los dados me son favorables. Los aliados no me fallan y avanzo a toda máquina. Debo intentar encerrar a sus tropas entre las marismas de mi izquierda (de color azul) y la colina suave de mi derecha (de color marrón). Con menos espacio de maniobra, su Caballería Ligera sólo podrá cargarme frontalmente…o eso espero. Ellos avanzan y se abren el máximo posible con ellas, mientras dejan en reserva el resto de tropas.
En mi ala izquierda, mi columna de Caballería avanza hacia la suya. Tengo superioridad numérica y posicional gracias a los Psiloi en la marisma izquierda. Todos avanzamos hacia el enemigo. Esta es la clase de batallas que me gustan, avance con decisión y sin contemplaciones.
Este fue uno de los momentos clave de la batalla. Incomprensiblemente, Marco avanzó su grupo de Cv (S) hacia mi columna, sin reparar que había dejado elementos de Psiloi a lado y lado precisamente por si hacía eso. La clave era intentar envolver dicha Caballería para romperla y, con ello, dificultar sus maniobras.
La trampa se ejecuta a la perfección en mi izquierda. Mis valientes Psiloi cargan ambos flancos de su Caballería, con lo que cuatro elementos (dos a cada lado) rompen el grupo para repeler el ataque. A partir de ahora necesitarán importantes cantidades de Pips para maniobrar toda la Caballería. Además, retraso el grueso de la columna de Caballería y dejo un elemento como cebo para atraer (y con ello romper aun más) lo que queda de su grupo.
Una vez más, mis Psiloi morirán por una buena causa.
Pasan los turnos y en mi centro-derecha se consolidan dos tendencias contrapuestas. Por un lado mi mando central ha quedado contenido por la carga de su Caballería Ligera, aunque al precio de dejar exhaustos a la mitad de sus elementos. A mi derecha, en cambio, he conseguido eliminar más Ligeros y avanzar con el bloque central, mientras mi flanco débil aguanta como puede. Ello divide mi mando peligrosamente.
En mi izquierda, mi ego crece por momentos. El plan ha salido bien. Su Caballería ha quedado totalmente desperdigada. Confieso que me preocupa que mis alumnos más aventajados se dejen atrapar de ese modo. Efectivamente, uno de mis Psiloi del ataque izquierdo será recordado por su coraje. Los demás siguen amenazando flancos de elementos individuales. En este lado ellos han perdido toda iniciativa. El tiempo corre a mi favor, ya que con superioridad numérica y estando ellos tan dispersos podré eliminarlos de uno en uno. Por otra parte, sus auxiliares avanzan en las marismas para evitar le entrada de mis Psiloi y detener el flujo de flanqueos desde esa dirección.
En mi centro-derecha, una de cal y otra de arena. Mi mando central ya ha se ha deshecho de casi toda la Caballería Ligera menos un elemento. Pronto podré abalanzarme contra las reservas de Caballería, que avanzan ahora hacia mí. Mi mando derecho va a enfrentarse ahora contra sus arqueros y auxiliares, pero en el flanco ya veo que estoy perdido. Sufro una sangría de bajas constante causadas por su maldita Caballería Ligera. Debo intentar aguantar cuanto pueda mientras me abalanzo con el grueso de Wb hacia delante.
Es el momento de asestar un golpe definitivo en mi izquierda. En un recital de flanqueos y ataques por retaguardia, consigo rodear a su general y atrapar dos retaguardias. Toso con mis maravillosos Psiloi. Muchos los denostan y los arrinconan como tropas de relleno. Yo no. Sé de lo que son capaces cuando los usas correctamente, es decir, cuando los sacrificas, correctamente.
La caballería de dejé de cebo también pasa a engrosar mi lista de héroes. Ahora es cuando vuelve mi columna de Caballería y acerco más refuerzos de Psiloi para una segunda oleada de flanqueos. En dos turnos ya podré ir atrapando elementos sueltos uno a uno. Aquí he ganado, es sólo cuestión de tiempo.
Como contrapartida, sus auxiliares han conseguido contactar a mis Psiloi en la marisma. De momento tendrán que arreglárselas solos. Pronto podré enviar refuerzos desde el centro para limpiar de enemigos ese terreno.
En el centro-derecha, el combate ha llegado a su punto álgido. He soltado finalmente a los impetuosos. La marea de Wb irrumpe con fuerza contra todo lo que encuentran por delante. Efectivamente, consigo enviar algunos elementos contra los Auxiliares de la marisma en apoyo de mis Psiloi. Ellos habían avanzado sus reservas en vista que era su única oportunidad de intentar ganar, pero sólo si consiguen causarme suficientes bajas en este lado. Para mi desgracia, mi flanco derecho ya está temblando. No consigo eliminar ninguna de sus malditas Caballerías Ligeras y él no hace más que irme eliminado elemento tras elemento.
Nuevamente una de cal y otra de arena, pero esta vez en mi ala izquierda. Ninguno de los flanqueos ni ataques a retaguardia tan brillantemente conseguidos ha servido de nada. Todos sus elementos han sobrevivido. Como contrapartida, los combates en la marisma han sido espléndidos y he dejado un único superviviente enemigo que está en combate. He ganado una posición estratégica fundamental a estas alturas de la batalla. Ahora puedo continuar el flujo de refuerzos desde el centro sin impedimentos.
Su Caballería alcanza el máximo punto de dispersión. Su consumo de PIPs es tan elevado que toda su reserva de infantería queda inmóvil, sin poder venir a apoyar. A ello se suma que ya empiezo a desplegar mi Caballería y a irle enviando elementos sueltos a combatir para que no puedan concentrarse en un único punto de combate. Les estoy obligando a combatir separados en múltiples puntos. Sigo teniendo ventaja, pero tardaré en ganar más de lo esperado.
En el centro-derecha, los combates siguen su curso. En el centro consigo una victoria arrolladora. He eliminado sus auxiliares y varias Caballerías. Su mando está roto. Ahora podré concentrar tropas sobre mi maltrecho flanco derecho. Frontalmente no he conseguido ninguna victoria, mientras que su ahora ya invencible Caballería Ligera se dedica a rodear y destruir mis elementos a pares.
En mi ala izquierda, poco a poco, consigo presionar a sus Caballerías con alguna carga y avances. Pese a mi esfuerzo, mis Psiloi han sido contenidos, incluyendo algunas bajas. No me preocupa, ya están llegando Wb de refuerzo desde el centro victorioso.
Hasta que sucede lo inevitable. Mi mando derecho es roto y huye, mientras mi central se dispersa tras aniquilar al enemigo en refuerzos a la izquierda; algunos elementos hacia la derecha y un importante avance hacia el borde enemigo de la mesa. Es lo malo de no poder detener a todos los impetuosos. Con suerte se aproximarán solos hacia la reserva de infantería de la izquierda y, con ello, su Bagaje.
Nuevo asalto a la Caballería enemiga en mi izquierda. Dos de sus elementos están flanqueados y aproximo más Caballería para ataques posteriores. Creo incluso que los refuerzos de la marisma no serán necesarios.
Y he aquí el hermoso instante en que el caos se apodera del campo de batalla. Controlar ahora las tropas es una entelequia. Cada grupo impetuosos se dirige al objetivo enemigo más próximo. Su mando superviviente deja de perseguir a mis huidos para concentrarse sobre mi mando central. No van a llegar a tiempo. Están demasiado lejos y demasiado dispersos para matarme suficientes tropas antes de que yo lo consiga en el lado opuesto del campo de batalla.
Finalmente, los ansiados frutos en mi ala izquierda son obtenidos. Destruyo dos de sus Caballerías y dispongo de una gran cantidad de tropas para cazar las restantes supervivientes. Incluso su general se halla ahora peligrosamente cerca de mis Psiloi. Ahora todo es una cuestión de tiempo.
Marco decide no alargar la agonía y me concede la victoria. Marc hacía rato que se había ido a casa tras una llamada de ejecución inmediata por parte de su comandante en jefe doméstico.
Lo cierto es que la victoria no ha sido nada fácil. Me he quedado a sólo 3 de moral de perder. Quizás si Marco hubiera aguantado dos o tres turnos…Ahora eso es irrelevante. Lo único importante es nuestra reafirmación en la fe verdadera.
2 comentarios:
Una lástima que el alto mando no nos premitiera el desenlace de esta batalla campal, frontal y sin contemplaciones... como a mi me gusta ;OP
Pues sí...:)
Publicar un comentario