domingo, 14 de septiembre de 2008

El pasado que siempre vuelve

De adultos debemos aprender que el pasado no puede condicionar nuestro presente, que somos dueños de nuestros destinos, que podemos escoger nuestro futuro y que nada está decidido.

No es cierto.

El pasado existe y moldea, por usar un eufemismo edulcorado, nuestro presente. Me resisto a aceptar la idea de estar predeterminado por lo que nos ha tocado vivir, pero, después de la batalla de hoy, ya no estoy tan seguro de que no sea así.

En la crónica de la vuelta de vacaciones, contra Ricardo, apareció brevemente un elemento que alteró mi concentración en la batalla. Se trataba de la hipermasculinidad de Xavi. Ambos fuimos compañeros de carrera hace ya más de una década, así como contrincantes en DBM. Se hizo un escocés prefeudal a raíz de un viaje a Escocia que le marcó para siempre. Ello, unido a la película Braveheart, aunque esta última no ambientada en el mismo período de la historia escocesa, le hizo decidirse por este ejército en concreto.

Es difícil resumir en pocas palabras lo que suponía para mí Xavi entonces…y lo que supone ahora. Su estatura (1,80 m) era, y es, insultantemente superior a la mía. Su abundante y vaporosa melena azabache destacaba, y destaca, con mi devastación capilar. El afilado perfil de su maxilar era, y es, un atormentante recuerdo diario de la necesidad de una bichectomía (por favor, ruego a los graciosos que se abstengan de hacer símiles fonéticos, y por lo tanto, semánticos, con vasectomía. No es lo mismo). Si a todo ello unimos lo irresistible que le quedaba, y le queda, una barba dejada de tres días, será fácil entender por qué él está actualmente casado y con dos hijos y yo, en cambio, soy el usuario con más mensajes publicados en el foro de DBMM.

En fin, es este:

Tras la publicación de mi blog, hemos vuelto a entrar en contacto después de mucho tiempo sin vernos. Le animé a que desempolvara sus escoceses para probarlos con DBMM y aceptó entusiasmado. Yo llevé mi teutónico. En parte era para recordar viejos tiempos. Con DBM yo solía jugar con el teutónico contra él, y no con los otros dos ejércitos. Pensé que sería una forma de conciliarme con el pasado.

Estaba equivocado.

Esta es la ficha técnica de la partida.

Puntos: 400
Su ejército: Pre-Feudal Scots. Libro 3. (defensor)
Yo: Teutonic Orders. Libro 4. (atacante)
Hora de inicio de la batalla: 9:00 (ya es de día)
Condiciones climatológicas: Nada destacable. Nuevamente, un fantástico día para matarse.

He aquí el despliegue inicial.

Su ejército tiene muchas similitudes con el prusiano. Dispone de una masa ingente de infantería barata, Picas (F), una buena cantidad de ligeros (incluyendo montados, que yo no tengo) y bastante Caballería. Destaca entre todo ello un selecto grupo de 8 elementos de Wb(S). Su ejército es mejor porque no tiene aliados obligatorios, mientras que el mío sí.

Mi teutónico estaba constituido por un único mando masivo de Caballeros superiores y ordinarios y dos alas básicamente de Caballería Ligera multifunción. Un ejército 100% montado, sin infantería. Ninguno jugaba con Bagaje. Aquí eran mis Caballeros los que sublimaban mi masculinidad.

Había mucho terreno desfavorable para mí. De modo que decidí desde el principio que no lucharía frontalmente, sino que rodearía todo el campo de batalla para concentrar mis tres mandos en el flanco izquierdo. Ello dejaría inutilizada a su infantería masiva, dada mi mayor maniobrabilidad. Eso fue mi primer error.

Mi mando izquierdo y mis Caballeros pudieron desplazarse con facilidad gracias a unas tiradas de Pips favorables. A ello, él respondió dirigiendo su mando derecho sobre el mismo lado. Yo gozaría de superioridad numérica. El problema sería que necesitaría mucho tiempo para que los Caballeros rodeasen el bosque por completo antes de poder entrar en acción. El primer problema serio vino con mi flanco derecho.

Como tenía asignado el dado más bajo, siempre se movería poco. Confiaba en que la distancia hasta el enemigo sería suficiente para poder escapar a tiempo. Él respondió con avances frontales de su infantería (excepto los Wb(S)) y manteniéndose, muy hábilmente, a la espera con su segundo mando de Caballería y ligeros montados.

Su siguiente avance ya fue mucho más decidido. Había visto la debilidad de mi planteamiento, de modo que se arrojó con su infantería y el mando central de Caballería hacia mi mando derecho, precisamente el de menor movilidad. Brillante. Mientras yo necesitaría mucho tiempo para concentrarme en mi izquierda, el aniquilaría tranquilamente mi mando derecho. Habría perdido un mando antes de entrar en combate de verdad.

Mientras, su mando derecho avanzaba firme hacia mí. Él estaba dispuesto a sacrificarlo para entretenerme en ese lado mientras hacía el trabajo en el otro.

Una de las cosas que siempre enseño a mis alumnos es a no cambiar de planes en mitad de la batalla. Ello indica un error en la planificación inicial o bien una mala valoración del despliegue enemigo. Pues eso era exactamente lo que me había sucedido. Los Caballeros debían volver para evitar la avalancha en mi derecha. Mi flanco izquierdo debería luchar solo.

La cuestión era que había perdido la iniciativa. Yo reaccionaba a sus movimientos, y no al revés. Mi mando derecho desplegó una parte de la columna de Caballería ligera a la espera de poder concentrarse sobre su Caballería y con la inminente amenaza de su infantería al flanco.

La otra parte de la columna se dirigía en dirección contraria para que, al menos, tuviese una amenaza (relativa) en el flanco de su infantería. El objetivos es siempre intentar romper estas grandes masas de infantería para que, en un mal dado de órdenes, no pueda moverlas todas. No podía hacer más.

Él respondió con tranquilidad. Avanzó firmemente hacia sus objetivos, dejando una mínima reserva de elementos inmóvil por si acaso. Yo alejé aun más mi columna por temor a que me contactase por la retaguardia o un flanco y rompiese mi línea. Teniendo el dado de órdenes más bajo, es fundamental no fragmentarse si no es estrictamente necesario. El problema es que me alejaba mucho como para resultar una amenaza viable a su flanco. Estaba jugando cada vez peor.

En el centro, demostró su maestría después de 10 años sin jugar. Retiró su columna de Caballería, avanzó sus ligeros en el bosque y retuvo una vez más a sus Wb(S). Brillante. Mi única opción era entrar en la boca del lobo que estaba creando. Pues nada, ¡Caballeros hacia delante! Creo una columna para no aproximarme al bosque con sus ligeros y avanzo en bloque con el resto. Está jugando conmigo y no puedo hacer más que hacer de comparsa.

El único punto en el que tenía ventaja era mi ala izquierda. Él avanzó su reducida Caballería hacia mí. Yo maniobré la Caballería Ligera para envolverle por un lado (aunque eso incluyera entrar en los matorrales) y avancé con mi general y su escolta por el otro. Es extraño que se tire de cabeza como lo está haciendo cuando tengo tanta superioridad numérica. Supongo que debe sacrificar este mando para que el mío no intervenga en el centro, que es donde se va a dirimir la batalla.

Efectivamente, se arroja hacia mí sin titubear. Pero no lo hace de forma suicida. De su mando de Caballería central envía refuerzos en forma de Caballería ligera, que avanza a toda velocidad hacia mí.

Aquí se muestra mejor la jugada. Su Caballería central se aleja aun más y dirige sus ligeros hacia mi ala izquierda.

Su masa de infantería continúa avanzando. El bloque principal hacia mi Caballería ligera, mientras que una columna secundaria se dirige a marchas forzadas a por el flanco de mis Caballeros. Hábilmente, sus Wb(S) esperan el momento adecuado para atacar. Esperan que me acerque aún más.

Lo cual me obliga a adentrarme aun más en la trampa. Para que mis Caballeros no se vean atrapados en ataques al flanco por parte de sus malditas Pk(F) me veo obligado a crear dos columnas más. Me voy fragmentando más y más. Si al menos pudiera alcanzarle y entrar en combate, ya no podría concentrar más refuerzos en mi ala con facilidad. Mientras, mi ala derecha permanece inmóvil ante el avance de su masa de infantería. He decidido sacrificar a los hombres del extremo de la línea para que su bloque avance en línea recta y así luego le resulte más difícil maniobrarlo con facilidad más adelante.

En mi ala izquierda han empezado los movimientos de posicionamiento antes del combate. Disperso mis tropas ligeras para obligarlo a fragmentarse si quiere contactarme. A le vez, avanzo con el general y su escolta, constituida por un elemento de Caballeros y otro de Caballería. Tendré que aguantar su primera embestida para, luego aprovechar yo sus puntos débiles. Lástima de esos malditos refuerzos. Me obligarán a dividir mis objetivos.

Efectivamente, carga con decisión contra dos elementos míos y retira un tercero mientras los refuerzos avanzan de nuevo.

Finalmente, llegó el momento del centro. Su bloque de infantería avanza hasta contactar mi Caballería ligera. Al menos algo sale según lo previsto. Aun así, envía una columna adicional contra el flanco de mis Caballeros. Su Caballería central comienza la maniobra para plantar cara mientras deja sueltos a los Wb (S). Ello provoca que atraviesen violentamente a su propia columna de Pk, que se ven obligadas a retroceder. Seguramente, el único error de cálculo que ha cometido en la batalla. Mi columna de Caballeros más a la derecha ya no tiene otra opción que enfrentarse a dar cara, mientras las otras dos tendrán que seguir avanzando. Siempre recuerdo hasta la saciedad a mis alumnos que deben evitar a toda costa que dos mandos enemigos se concentren contra uno propio. Es precisamente lo que me está pasando.

Pues que así sea. Giro la columna derecha de Caballeros a la espera de su embestida y avanzo las otras dos a toda velocidad. Mi mando de Caballería ligera ha perdido el elemento en combate, pero puede alejarse ahora a una distancia segura. Su bloque de infantería no tiene ahora a nadie delante a quien contactar con facilidad, e inclinarlo le resultará muy difícil. Creo que he conseguido neutralizar el grueso de sus malditas Pk(F). La lucha se concentrará ahora con los “profesionales”: sus montados, los míos y sus Wb(S).

En mi izquierda, los combates crecen en intensidad. He sobrevivido a sus dos cargas y ahora es mi turno. Mediante elementos individuales consigo atacar por retaguardia su general y flanquear a otro elemento. Con un poco de suerte puedo hacerle mucho daño. Estoy muy fragmentado, pero ya no domino los acontecimientos, los acontecimientos me dominan a mí.

Tengo suerte. Pierdo dos elementos, ¡pero él pierde su general! Su mando está desmotivado. Lástima de esos malditos refuerzos suyos, sino aun podría plantearme la posibilidad de enviar refuerzos yo al centro. Pero estoy demasiado disperso y debo terminar antes el trabajo aquí.

El siguiente turno suyo podría ser catalogado como “de pizarra”. Su Caballería central se abrió en dos y dejó un cebo en medio. Mis columnas de Caballeros tendrían que escoger objetivo. Una parte de sus Wb(S) avanzó impetuosa hacia delante (los dio por perdidos a efectos de batalla), pero dos elementos pudieron cazarme un Caballero frontalmente y de flanco (está marcado con un círculo en la foto). El resto de Pk(F) avanzaron como de costumbre. Una de sus columnas llegó a contactarme otro Caballero. Mi situación era mala de cojones.

En mi ala izquierda, su turno fue la réplica de ataques a retaguardias y flancos del anterior. Una vez tienes tantas tropas involucradas en combates individuales y tan disgregadas, es fácil que la melé se convierta en una sucesión de flanqueos y ataques a retaguardia. Se trata de sobrevivir a los del enemigo para luego intentarlos tú. Incluso estando desmotivado, su aguante era notable.

Cuando me tocó mover, me limité a interpretar el papel que me había sido dado. Conseguí cargar con un elemento de Caballeros, avancé con una de las columnas hacia delante y dedique la segunda a contener el ataque de su infantería a mi flanco. Nefasto. La columna que había avanzado estaba expuesta por ambos flancos y la que estaba conteniendo a la infantería estaba muy disgregada. Esta era probablemente la visión más evidente de que no tenía la iniciativa. Me limitaba a responder a la suya. Sólo me quedaba confiar en tener buena suerte en los combates, y todo el mundo sabe lo que decía Sun Tsu Fu sobre los hombres que iban a la guerra esperando ganar.

Por lo menos la Caballería ligera del mando derecho se alejó definitivamente de la infantería y avanzó hacia el bosque. El plan era ir a apoyar los combates de los Caballeros.

No fui consciente de la magnitud del error hasta que él movió al siguiente turno. Me envolvió la columna de Caballeros por el frente y ambos flancos. Nada menos que tres de mis elementos estaban orientados en tres direcciones opuestas y ninguno de ellos podía retroceder. Consciente que la partida se jugaba en ese punto, acabo de soltar a sus impetuosos, que aplastaron a su masa de infantería, ahora también inutilizada sin poder maniobrar. Mi mando de la derecha se pudo replegar a distancia segura. Los había podido salvar. Uno de los nimios logros de esta partida. Mientras, otra columna de Pk(F) se abalanzaba contra mi C-in-C, peligrosamente expuesto.

En mi izquierda, los combates elemento a elemento se suceden. Se van acumulando bajas en ambos lados. Su mando está a punto de romper, pero no acabo de conseguirlo.

La clave está en el caos de elementos del centro. Todos mis combates son para salvar el pellejo. No hay ninguno que tenga un objetivo táctico a posteriori. Sólo puedo limitarme a que él pierda combates y eso me permita reaccionar. Intenta traer desesperadamente refuerzos de mi mando de Caballería ligera, pero teniendo el dado más bajo es agónicamente lento. Sin intervención directa divina, estoy perdido. Ahora que el grueso de su infantería está neutralizada, espero que mi mayor maniobrabilidad me dé un respiro.

He aquí i detalle ampliado del caos de combates individuales que padecía. Por fortuna, dos de sus elementos estaban flanqueados por mis Caballeros, uno de ellos su general. El problema era que los combates frontales se desarrollaban contra mis elementos atrapados. Necesitaba suerte, mucha suerte.

¡Un respiro en mi mando izquierdo! ¡Su mando al fin rompe! Me temo que es demasiado tarde. No podré llegar a tiempo al centro a apoyar.

No tuve suerte en el centro. Él pierde un elemento, pero yo pierdo dos, y consigue luego flanquearme otros dos, uno de ellos mi C-in-C. Su general se ha salvado. Si antes necesitaba suerte, ahora necesitaba un milagro.

Y los milagros no siempre suceden. Pierdo el C-in-C y el otro Caballero flanqueado. Mando roto. Eso, junto con las bajas acumuladas de los otros dos mandos ya es la mitad de mi ejército.

He vuelto a perder. Como hace 10 años. Ya entonces, en la universidad, ellas siempre preferían ir a estudiar con él. En los garitos gay de la costa brava le regalaban entrada con consumición (esto no es que me provocase envidia especialmente, pero ya era significativo de la aureola de victoria permanente que le rodeaba, y le rodea).

En el fondo, juego con un prusiano para emular aquellas temibles Wb(S) que, hace una década, como ahora, destruían cuanto les pusiese delante. La diferencia de proporciones es una metáfora muy acertada que resume nuestras vidas: él gana con 8 Wb(S) lo que yo, no siempre, gano con 50 Wb(F).

La verdad es que no creo en la numerología, pero admito que estas asociaciones de cifras a veces dan que pensar.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no fos perquè ens coneixem molt pensaria que és una declaració d'amor. Gràcies, m'he inflat com una globus i encara estic flotant!
Només, una cosa que veig que no has comentat i crec que és important pels que estiguin aprenent: les piques que giren a l'esquerra a la 6a foto, sembla que no hagin de fer res, però són les que acaben matant el teu C-in-C i decidint la partida... em va cridar molt l'atenció de la importància de preveure les diferents possibilitats de bon principi.

Anónimo dijo...

Traducción del anterior: Si no fuera poqué nos conocemos mucho pensaría que es una declaración de amor. Gracies, me he hinchado como un globo y todavía estoy flotando!
Solamente, una cosa que veo que no has comentado y creo que es importante para los que estem aprendiendo: Las picas que giran a la izquierda en la 6ª foto, parece que no tengan que hacer nada, pero son las que acaban matando al C-in-C y decidiendo la partida...Me llamó mucho la atención la importancia de la previsión de las diferentes posibiidades des del inicio.

Anónimo dijo...

Lo siento, se me escapado alguna catalanada con las prisas, pero se entiende ¿no?

Quim dijo...

Lliçó majistral de tots dos, què i què no s'ha de fer en una partida. Felicitats. A veure si mai arrivo a tenir aquest nivell... :)

Juanjo dijo...

En su crónica, David vuelve a detallar los pormenores de la batalla con su acostumbrada virtud docente y ágil verborrea... pero olvida aquello que a los seguidores del ejército de Xavi verdaderamente nos interesa... ¿qué hay de las dominatrix ataviadas con fusta acerada y ceñido cuero?

David Cantó dijo...

A xmp. Sí, se entiende :)

A Quim. Primer hauràs de començar, no? :D

A Juanjo. Calla, calla, no me hables de dominatricres, no me hables... XD

Anónimo dijo...

Per qui no ho sàpiga, les meves famoses wb(S)estan encapçalades per dones apretades en cuir que acostumen a arrancar exclamacions (i altres coses)dels meus adversaris, com podeu comprovar. Sempre he tingut una especial debilitat per dones guerreres i pel que sembla no sóc l'únic...;oP

Para quien no lo sepa, mis famosas wb(S) estan encabezadas por mujeres apretadas en cuero que suelen arrancar exclamciones (y otras cosas) de mis adversarios, como podéis comprovar. Siempre he tenido especial devilidad por las mujeres guerreras y por lo que parece no soy el único ;OP.