martes, 10 de febrero de 2009

Retorno a la ortodoxia

A veces es necesario aproximarse al lado oscuro para aprender a valorar realmente la luz. Supongo que recordaréis, hace unos meses, mi entrada explicando los escarceos de Pere y yo hacia la heterodoxia…hacia lo desconocido. Puedo dar fe que el hombre es capaz de resistirse a todo excepto a la tentación, y efectivamente ambos fuimos tentados por la ambición, en toda medida desmesurada, de intentar reescribir la palabra.

Fuimos unos ilusos.

No entraré en detalles sobre nuestro periplo a través de las tinieblas del DBMM apócrifo. Sólo diré que, afortunadamente, pudimos salir indemnes del abismo. Ahora nuestra fe se ha fortalecido, reafirmado. Un consejo, no lo intentéis. Y para celebrarlo decidimos jugar una partida con dos medievales como mandan los cánones, su francés de Juana de Arco contra mi teutónico.

He aquí a Pere, exultante tras nuestra vuelta a la luz.

Esta es la ficha técnica de la batalla.

Puntos: 400
Su ejército: Francés medieval (con Juana de Arco). Libro 4. (defensor)
Yo: Orden Teutónica. Libro 4. (atacante)
Hora de inicio de la batalla: 6:00. Es de noche. Ambos decidimos esperar a la salida del sol para iniciar la batalla.
Condiciones climatológicas: Nada destacable. Un día perfecto para matarse.

Aquí tenemos el despliegue:

Este teutónico es el que juego para explotar al máximo mi movilidad. Constituido únicamente por tropas montadas (ni un solo elemento de tropas a pie), sin Bagaje y con el máximo permitido de Caballería Ligera. Además, compré mi apreciada estratagema de guías, que coloqué en el bosque de mi derecha.

El ejército francés, como en la vez anterior, trago sus enojosas barreras, que cubrían la nada despreciable distancia de 1200 p (60 cm) de su frente. Detrás colocó cantidades ingentes de ballesteros y arqueros. Un despliegue muy defensivo, sin duda. La única unidad de choque en su lado derecho era un grupo nutrido de Caballería, así como hordas de campesinos defendiendo el bagaje.

En la tirada de despliegue, mi carácter 100% montado me permite modificarla para mover primero, de modo que me arrojo ya en el primer turno con mi ala izquierda de Caballería Ligera hacia el hueco entre su barrera el borde de la mesa.

El objetivo era doble. Por una parte intentar hacerle creer que iba a intentar colarme y amenazar su flanco. Por otra, distraer la atención de su Caballería en este lado, dado que sus infanterías no se moverían mucho si querían aprovechar la ventaja de la barrera. Si su Caballería se quedaba aquí, no podría enviarla al otro lado…

…que era donde se resolvería la batalla y donde yo tenía una clara ventaja estratégica. Podía concentrar dos mandos míos contra el principal suyo. Mi centro estaba constituido por el máximo que me permite la lista de Caballeros superiores, escoltados únicamente por dos elementos de Caballeros ordinarios. La fuerza de choque avanzó contra la suya, que hizo lo mismo pero con sólo 4 elementos de Caballeros superiores y cinco más de ordinarios. Todos comandados por Milla Jovovich en el papel de la Dama de Orleans.

Esta es la clase de choques medievales que me pierden, acero contra acero y concentraciones explosivas de adrenalina y testosterona tras el bacinete.

Su flanco izquierdo estaba cubierto por un grupo de más ballesteros que, dirigiéndose hacia el extremo del bosque, creyeron encerrarme en un embudo. Estaban equivocados.

Mi ala derecha, constituida también por Caballería Ligera, cruzó con éxito el bosque a toda velocidad gracias a la estratagema. Ahora era su flanco el descubierto. Con mis Caballeros en el centro al choque y mi enjambre de ligeros por su flanco y, en poco tiempo, retaguardia, la ventaja era claramente mía. El general y su escolta se quedaron a la espera de acontecimientos.

En el otro extremo, ambos nos abocamos a una carrera para intentar alcanzar (yo) y cubrir (él) el hueco entre la barrera y el extremo de la mesa. Me aproximo al borde de la misma para dar la sensación que efectivamente voy a intentar entrar. A ello responde avanzando su Caballería también en columna para avanzar más deprisa.

En el centro, mi línea de Ritterbrüder avanza firme para llegar al choque cuanto antes. Él en cambio detiene la suya y avanza otro grupo de ballesteros para desbordar mi flanco con tiro.

La escasez de órdenes impide que el flanco derecho tome la ventaja prevista, La columna de ligeros no acaba de salir del bosque y el general decide arrojarse a la carga contra ellos. Su respuesta, también condicionada por la escasez de órdenes, es enviar un único elemento para cubrir el flanco.

En el flanco izquierdo, detengo el avance para darle la oportunidad de que avance y actúe con su Caballería. Cada orden que consume aquí la aleja del centro de la batalla. Avanza y se abre para comenzar a tapar el hueco con clara orientación defensiva.

Las líneas de nobles oponentes se aproximan. Esta vez los franceses avanzan y comienzan algunos combates individuales que me son inicialmente negativos. Pierdo uno de lis elementos de Caballeros ordinarios y ahora tengo mi flanco con necesidad de actuar con prudencia. Como sospechaba, el grueso de su infantería se queda expectante tras las barreras sin intervenir en la batalla.

En el flanco derecho, mis ligeros se rompen en dos a causa del tiro. Un segundo elemento de ballesteros refuerza a las ya orientados hacia este lado. Ello me favorece en tanto que dos elementos han perdido su segunda fila de apoyo trasero. Mi general y su escolta lo tendrán más fácil para cargar.

Misión cumplida en el flanco izquierdo. Es el momento de retirarse a toda velocidad para reforzar mi centro. Yo llegaré antes que su Caballería y así podré concentrar mis tres mandos contra el suyo principal. Lo que se suele decir una “jugada de pizarra” (modestia aparte).

Y al fin llegó el gran momento. La carga en toda la línea. Aun habiéndoos confesado que me excita casi sexualmente la carga de las masas de mis Warbans, debéis saber que la de mis Caballeros, además de placer sensorial, me produce un intenso placer emocional.

Es en este instante cuando evoco las imágenes que os esbocé en mi confesión sobre mi autoidentificación con los Landmeister. Para evitar ser desbordado de buenas a primeras en mi flanco izquierdo, dejé un elemento individual suelto con la misión de resistir el máximo tiempo posible hasta la llegada de la Caballería Ligera desde mi ala izquierda.

Mientras mi ala derecha se recompone y comienza la maniobra de avance envolvente con los ligeros y frontal con el general. Así, mientras que él debe repartir sus órdenes entre sus ballesteros y sus Caballeros, yo puedo concentrar dos dados completos contra todos ellos.

Tras un par de turnos de una violencia inusitada, ambas líneas de nobles han entrado de pleno en la espiral del caos de batalla. Maravilloso. Aunque pierdo otro elemento, esta vez de superiores, yo consigo eliminarle dos y, lo más importante, rodear a Milla, perdón, Juana, con la posibilidad de capturarla y llevarla al convento de Madres de la Orden.

Él responde a la amenaza procedente de mis ligeros de la izquierda desviando sus ballesteros, con lo que me descarga de su presión en el centro. El resto de su infantería contempla el espectáculo, literalmente, desde la barrera.

En mi ala derecha, la suerte de la carga del general es desigual. Él personalmente destruye al elemento enemigo, pero el resto son rechazados. Aun así, el agujero creado será debidamente aprovechado tácticamente de inmediato.

Los ligeros de mi izquierda se aproximan hacia el centro, pero dando un rodeo. Las cosas van bien y no necesito exponerlos al tiro de sus ballesteros. Me basta con situarlos de modo que puedan aproximarse rápidamente hasta donde sean necesarios. Él avanza su Caballería hacia más allá de la barrera. No podrá alcanzarme.

Dos turnos más y lo inevitable sucede. Capturo a Milla, perdón, Juana, elimino otro elemento de Caballeros y barro el grupo de arqueros de su izquierda con una nueva carga, esta vez sí, exitosa de mi general y escoltas en la derecha.

Su mando central queda roto y con él casi la mitad de todo su ejército. Mis ligeros de la derecha ni siquiera han tenido tiempo a atacar ninguna retaguardia, pese a haberse aproximado mucho. En ese momento, Pere constata que no puede hacer nada para intentar dar la vuelta a la batalla y me concede la victoria.

He aquí una panorámica final del campo de batalla.

Sin desmerecer en absoluto la habilidad estratégica de Pere, esta batalla muestra claramente la importancia de concentrar más de un mando propio contra uno mismo enemigo. A ello hay que unir que, de facto, Pere sólo ha combatido con un único mando, mientras que yo he llegado a sacar provecho de los tres. Su planteamiento inicial, extremadamente defensivo para la infantería y muy ofensivo para sus caballeros, era demasiado ambicioso para un ejército irregular como el suyo contra uno de máxima movilidad como el mío.

Me gusta ser un Landmeister.

4 comentarios:

Erwin dijo...

Qué bien, por fin un nuevo informe de batalla. ¡Qué combate tan interesante e instructivo!

Quim dijo...

egons tu, què hauria d'haver fet jugant amb la infantaria rera la barrera? Esperar el teu atac replegat?

Quim (aprenent-ne)

Xavier Martí i Picó dijo...

Vaya batacazo entre caballeros, aunque tenías ventaja, eso de tener la posibilidad de tener Milla como botín de guerra da mucha moral... o ganas ;OP

David Cantó dijo...

Per a Quim. Les tropes al darrera de la barrera van ser punts malbaratats. AMb 12 psilois hagués aconseguit el mateix efecte (que jo no m'hi llancés) i la resta a combatre! :)

A Erwin: Gracias. Estoy tan metido en hacer de árbitro y de profe que no tengo tiempo para más crónicas ;)

A Xavi: La Milla es la Milla, chaval...XD.