Ya estamos en el 2011, como quien no quiere la cosa. Habiendo enviado a la dieta a tomar viento durante dos semanas, y con los consiguientes quilos de más, la rutina del blog vuelve a imponerse, y con ello las ganas de que este año sea aun mejor para DBMM.
De momento retomo la bitácora mostrando la inmejorable forma de acabar el pasado 2010 que celebramos en Alpha. El día antes de los Santos Inocentes rejugamos el megaescenario de Tannenberg que no se pudo concluir
durante el último Games Day.
Ahora con la tranquilidad que daba saber que íbamos a ser un mínimo de 5 jugadores, más algunos asistentes puntuales de visita, pudimos montar con rapidez el escenario. La gran cantidad de minis involucradas, procedentes de 5 propietarios distintos, era la principal responsable del gran consumo de tiempo en el montaje. Afortunadamente, en menos de una horita todo estaba ya en su lugar. La visión era magnífica, como no podía ser de otro modo.
En esta instantánea se muestra claramente la eficiencia en la distribución del trabajo. Uno lo realiza y tres planean cómo llevarlo a cabo.
Quedamos a las 15:00 en el local para empezar a montar, y lo cierto es que fue un acierto. Así, a las 16:00, más o menos, ya estábamos moviendo el primer turno. Aquí una panorámica desde el bando polaco-lituano.
Aquí una vista aérea de todo el campo de batalla. Espléndido.
A mi me cedieron el mando teutónico del ala derecha. Yo solito ante la avalancha de la nobleza polaca y sus adláteres. Temible.
En el centro, un mando pivote que tendría como destino concentrarse en la medida de lo posible contra el aliado lituano a su frente. La posición de un bosque a su frente partía nuestra línea en dos segmentos virtualmente independientes.
Y finalmente, a la izquierda, el grueso de los ritterbrüder y dienendebrüder contra el pérfido Vitautas y sus falsos cristianos.
Este mando, como el central, lo llevaba Carlos. Así, el grueso de la responsabilidad de la victoria recaía sobre sus espaldas. Si a mí me derrotaban, era esperable a tenor de mi inferioridad numérica. Si lo derrotaban a él, con clara ventaja de calidad de tropas, siempre podía echarle la culpa por incompetente. Esto es siempre fundamental en el reparto de responsabilidades tras una derrota. Una afirmación especialmente atinada en este caso, ya que recomendé una táctica a Carlos en su mando que luego probó ser desastrosa.
Ya bien entrada la partida, llegó Ricardo, al cual Carlos y yo cedimos raudo el mando central, en que se hallaba el comandante en jefe, con lo que ahora él también se sacaba de encima la responsabilidad de ser el mandamás.
Lamento adelantar que no hay crónica como tal, ya que estábamos todos tan enfrascados en la partida que no reparamos en tomar fotos más que al principio de todo y al final. De todas formas, el escenario se ajustó a la perfección a la crónica de
Ioannes Longinus.
La cuestión es que en menos de cuatro horas, el Gran Maestre Ulrich von Jungingen yacía muerto, heroicamente, antes las hordas lituanas. Fue vilmente flanqueado de forma inexplicable por la falta de apoyo en su flanco derecho.
Carlos y yo respirábamos tranquilos mientras señalábamos implacablemente la negligencia de Ricardo. Es maravilloso tener comandantes que llegan tarde a la batalla para así poder comerse el marrón si las cosas acaban mal. :)
Eso sí, el caos final de la batalla era de una plasticidad fuera de todo límite. En mi ala, pude aguantar dignamente la embestida polaca. Desmotivé el mando llevado por Toni.
El centro fue aplastado por los polacos. El bosque en la zona de despliegue polaca fue determinante a la hora de romper el despliegue teutónico.
Y en el ala izquierda, Carlos aguantó el tipo con su mando desmotivado y cercado por enjambres de ligeros procedentes de las estepas.
Pese al choque de nuestros
brüder contra sus Caballerías, el hecho de ir en cuña supuso la imposibilidad de romper la línea. Espero que en la lista definitiva del teutónico eso haya sido corregido.
Y aquí el poético caos tras la hecatombe.
Una gran batalla. Un placer jugarla con quienes asistimos. Henos aquí.
En la foto anterior, fue Pep quien aguantaba la cámara, de modo que era injusto que no saliese él mismo. Por ello hay una segunda foto de grupo, esta vez conmigo como retratista y Pep a la derecha.
Repito, una forma inmejorable de acabar el año. Las partidas individuales me gustan, pero admito que el juego de escenarios multijugador es una vertiente que, ahora lo veo, lamento no haber probado antes. Espero que este 2011 acabe aun mejor.
Feliz entrada de año a todos.